“TODO RELATO ES UN RELATO DE VIAJES”, dijo una vez el sociólogo alemán Georg Simmel, por eso no ha de extrañarnos que la frontera entre la literatura, el diario, la poesía y el relato de viajes esté tan difuminada. En el relato de un viaje puede caber de todo porque lo que importa, por encima de la forma, es la intención: indagar con la palabra en los lugares por los que pasamos para darles un sentido, ya sea solo para nosotros mismos o para compartir con los demás.
Muchas mujeres hispanohablantes han expresado su relación con el paisaje y lo urbano en sus textos y muchas de ellas incluso han hecho del viaje y de su narración un modo de vida. Éstas son algunas de ellas.