1. Resígnate
Septiembre es un punto neurálgico en el año y las fiestas por la independencia de México son el principio del fin. Es momento de darte cuenta que no cumpliste con tus propósitos de este año y que esa dieta que venías postergando para el próximo lunes empieza a tomar tonos más ficticios que el mismísimo chupacabras. Déjate llevar por los caminos del pozole y el mezcal hasta que la fiesta te escupa a finales de enero con ocho kilos de más y un hígado ligeramente más deteriorado.
2. Recuerda que hubo tiempos más oscuros
Esos ayeres en los que las fiestas patrias no implicaban chupar como si no hubiera mañana, pero sí copiar biografías de Miguel Hidalgo, aprenderte alguna cantaleta sobre los héroes de la patria, disfrazarte de niño héroe para la ceremonia de la escuela y ver el desfile para entregar un reporte el lunes. Todo divertidísimo y emocionante a más no poder.