1. El aire
Nada más bajarte del avión lo hueles. Durante unos segundos notas cómo tus pulmones se despiertan con el olor a salitre que impregna el aire, recordándote lo mucho que hacía que no tomabas una bocanada de aire a pleno pulmón bajo un sol más extrovertido de lo habitual. Parece una tontería, pero te sorprenderá lo poco que hizo falta para que la isla te sacara tu primera sonrisa.