1. Viajar solo.
Es una sensación aplastante la de bajar del avión y darte cuenta de que estás a miles de kilómetros de distancia de todas las personas que conoces. Mientras esperaba para hacer los trámites migratorios en el aeropuerto de Mohammed V, en Casablanca, aparecieron los primeros sentires de aislamiento. Lo único que conocía y a lo que podría aferrarme durante el viaje era yo mismo. Por primera vez en mi vida, dimensioné claramente la profundidad de este sentimiento.
Ya terminó mi viaje y la idea de estar solo ya no me asusta. Me siento liberado del temor a lo desconocido.