1. Nunca queremos comprometernos con una opinión
O eso es lo que piensa la gente de fuera, claro. Nosotros sabemos que en realidad ese «depende» y esa pregunta con la que contestamos a otra pregunta no es más que algo necesario para ofrecer la respuesta más útil, precisa y adecuada. El problema, claro, es que el interlocutor de fuera no tiene paciencia para todo ese diálogo cuasi socrático y en cuanto pedimos más detalles o decimos que depende ya se empieza a reír y decir «tú eres de Galicia, ¿verdad? je, je, je». Ellos se lo pierden.