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9 señales de que esa persona con la que estás hablando es andaluza

Andalusia
by Sonsoles Lozano 4 Sep 2017

1. Cuando alucinas con su “ahorro del lenguaje”.

Una persona andaluza no saluda con un “Hola, ¿cómo estás? ¿dónde vas?”. Dirá más bien un “¡Andevaaaa, illo?”. Chiquillo deriva en “quillo” y en su máximo minimalismo en “illo”. “¿Tasenterao?”en lugar de “¿te has enterado?”.

2. Cuando sigues alucinando con su vocabulario.

Vale, que no es una lengua nueva, solo un dialecto. Pero la cantidad de nuevas palabras y las expresiones tan imaginativas que aprenderás a su lado te dejarán abrumado, “guarnio” o “con las patitas colgando”. Para colmo, en cada provincia tienen sus palabrejas y expresiones propias. Vamos, para que te dé un “avenate” y te quedes “jilon”.

3. Cuando te toca esperar… siempre.

La puntualidad no es el fuerte de los andaluces. ¡Para eso están los ingleses y los alemanes! Nosotros nos lo tomamos mucho más “easy”. Si has quedado a las 6 de la tarde, a las 6 y media recibirás un mensaje avisando de que sale de casa y que tardará 5 minutos —que en realidad son 15— en llegar. Relájate y disfruta.

4. Cuando asistes a una demostración del arte del “regateo”.

No sabes cómo esa pitillera antigua que costaba 50€ en el “piojito” (mercadillo) de turno se la ha agenciado por 20€. Este arte, que se lleva en las venas, es parte de nuestro pasado árabe, sin duda.

5. Cuando exagera como si no hubiese un mañana.

Todo es una “pechá”. Que pechá de comé, que pechá de caló, que pechá de reí… ¡A lo grande siempre! Más vale que sobre a que falte, porque, otra cosa no, pero a generosos son difíciles de superar.

Y encima cree firmemente que no es que los andaluces sean exagerados, sino que es el resto del mundo el que se queda corto. No es que ellos sean excesivos, es que el resto no conoce el arte de la hipérbole.

Hace más frío que en el bautizo de Pingu. Tienes menos futuro que el pretérito perfecto simple. Eres más basto que un Petisui de morcilla. ¿Seguimos?

6. Cuando está convencido de que de Despeñaperros para arriba es otro mundo.

Despeñaperros no es un desfiladero, un paso natural en Sierra Morena, no… es la frontera que separa al andaluz del resto del mundo. De Despeñaperros para arriba es otra galaxia, otro planeta, otro clima, otro hablar y otra manera de ser, nada que ver con Andalucialand. Eso ha sido siempre así. No se cuestiona.

7. Cuando te “jartás” de reír tol rato.

El sentido del humor como bandera. Un chiste, un chascarrillo, una frase ingeniosa, un juego de palabras… A veces, y para qué nos vamos a engañar, este bombardeo continuo de humor es incluso excesivo, pero es que esa creatividad y gracia innata, ¡no se puede frenar!

8. Cuando socializa en tiempo récord.

Visto y no visto. Estabas sentada, de pronto fuiste al baño, y al volver a los 3 minutos tu colega andaluz ya se ha hecho amigo de toda la mesa de al lado. Vuelves en el momento en que empiezan a pedir la primera ronda de chupitos. Alucinas.

9. Cuando se altera porque vuelve a escuchar que los andaluces hablan mal.

Cuando vuelve a escuchar por millonésima vez en su vida que el andaluz es vulgar y es un hablar de “catetos” se altera mucho. Luego se acuerda de que dos de nuestros cinco premios Nobel son andaluces: Vicente Aleixandre y Juan Ramón Jiménez. También cae en que en 1492, un sevillano escribió la primera gramática castellana.

También que tienen uno de los vocabularios más ricos en castellano, gracias a las influencias árabes, que nos permite tener varias palabras para designar una misma realidad, y así hasta 900 términos propios del habla andaluza que recoge la RAE.

Para terminar, piensa en Lorca, Bécquer, Luis Cernuda, Alberti y los hermanos Machado… Y ahí ya, se le pasa el altere.