1. Cuando alucinas con su “ahorro del lenguaje”.
Una persona andaluza no saluda con un “Hola, ¿cómo estás? ¿dónde vas?”. Dirá más bien un “¡Andevaaaa, illo?”. Chiquillo deriva en “quillo” y en su máximo minimalismo en “illo”. “¿Tasenterao?”en lugar de “¿te has enterado?”.
2. Cuando sigues alucinando con su vocabulario.
Vale, que no es una lengua nueva, solo un dialecto. Pero la cantidad de nuevas palabras y las expresiones tan imaginativas que aprenderás a su lado te dejarán abrumado, “guarnio” o “con las patitas colgando”. Para colmo, en cada provincia tienen sus palabrejas y expresiones propias. Vamos, para que te dé un “avenate” y te quedes “jilon”.