Utilizados desde hace varios siglos para fiestas profanas o religiosas, los tapetes de flores y aserrín son una muestra más de la devoción y del sincretismo religioso y cultural que se da en México.
El respeto y el fervor no están peleados con el color y la belleza de estas alfombras, cuyo motivo de existir es la necesidad de materializar el agradecimiento por las bendiciones recibidas, como la salud o las buenas cosechas.