Photo: Diana Zuleta/Shutterstock

Carta de amor a Colombia

Colombia
by Monica Corredor Sanchez 21 Feb 2017

Querida Colombia,

Como todas las relaciones, la nuestra no es perfecta, nunca lo ha sido. Me has regalado alegrías infinitas, me has hecho sentir orgullosa un millón de veces, pero también me has dado tristezas y frustraciones. Entre ires y venires, y una relación sólida a pesar de todo, nos hemos separado algunas veces para darnos espacio, para permitirme conocerte desde afuera y extrañarte.

Mientras yo crecía, nuestra relación no fue fácil. Infundiste mucho miedo en esa niña inocente y en esa adolescente curiosa. Esa niña que creció entre noticias escabrosas de muertes, masacres, guerras, explosiones, narcotráfico, secuestros, corrupción e inseguridad. Esa niña a la que alguna vez le quitaste la posibilidad de viajar a los lugares más hermosos que tenías para ofrecerle, por la violencia. Esa a la que alguna vez la curiosidad se le ensombreció por miedo a una explosión, a un secuestro o a un robo callejero. Esa que todavía tiene cicatrices de ese pasado y que permanece alerta con todos sus sentidos ante cualquier situación.

Pero admito que tu belleza siempre me ha asombrado. Eres tan diversa como mis sentimientos hacia ti y tan única como cada uno de tus habitantes. Eres mar, Caribe y Pacífico, eres playa y río. Eres desierto, cordillera y llano. Eres selva, eres parte del pulmón del mundo, eres biodiversidad. Eres nevado, volcán y páramo también. Eres color, eres variedad de sabor, eres cultura, eres baile, eres alegría, eres fiesta. Eres las cuatro estaciones en un solo lugar. Eres resiliencia y pasión.

Como muchos otros, un día decidí salir, explorar y viajar para ver qué se sentía estar sin ti. Y se sintió bien, no te voy a mentir, aunque a veces te extrañé. Esos otros lugares me dejaron experiencias maravillosas, me abrieron los ojos tanto a nuestros problemas como a nuestros mejores momentos, y me hicieron una mejor persona. A decir verdad, regresar no fue fácil.

Muchas veces te comparé, otras quise salir corriendo, huyendo de aquello que no me gusta de ti. Pero te amo, esa es otra realidad que nunca cambiará y por alguna razón te amo más cuando estoy lejos. Debe ser porque te extraño, a ti y a lo que tú representas: mis raíces, mi familia, lo que soy.

Poco a poco, fui aceptándote de nuevo tal como eres, con tus cualidades y tus defectos. Me hace feliz verte siempre que regreso. Te confieso algo: mis muestras de amor hacia ti siempre están presentes, sin importar el lugar del mundo a donde vaya. La emoción que siento cuando uno de nuestros deportistas gana, la energía con la que vibro cuando escucho y bailo una de tus canciones, el orgullo que siento cuando alguien de afuera se refiere a ti con afecto y admiración… También la nostalgia que me invade cuando recuerdo tus sabores, y las ganas de volver a abrazar a los amigos y la familia que has puesto en mi camino, no son otra cosa que muestras de mi gratitud hacia ti.

Hoy siento que esto es una reconciliación. Estoy reconociendo tu belleza, tu valor, tu riqueza, tu esfuerzo por ser mejor y la manera en que siempre me acoges. Te admiro por la calidez con que albergas a quienes te visitan. Aquellos viajeros, aunque no llevan tu sangre, te han dado una nueva oportunidad y me han inspirado a valorarte más con cada paso que doy. Ellos y yo nos enamoramos de ti, por la infinidad de canciones con las que nos invitas a bailar y cantar, por todos los colores de tus paisajes, ¡por tu riqueza gastronómica! También por tu gente creativa, trabajadora, echada pa’lante y berraca… mi gente colombiana.

Hoy reconozco con humildad que tus falencias son las mías. Que aún hay mucho por mejorar, pero que el mundo a nuestro alrededor es como nosotros decidimos verlo y de nuestras acciones depende que mejore. Por lo tanto, he decidido hacerte brillar por tus atributos en lugar de opacarte por tus fallas. Y he decidido que el mejor lugar desde el que comenzar es trabajar en corregir mis propias fallas.

Es cierto que seguiré viajando, tal vez algún día te deje por una larga temporada. Eso no lo sé. Sólo sé que por ahora disfruto de nuestra compañía. Si algún día vuelvo a irme, no olvides que te amo, que te agradezco por todo lo que me has dado, y que seguro volveré. Nunca se deja de regresar a aquello que amas.

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