“Despacio los próximos 8 kilómetros”, dice una señal… Y es que los caminos serranos transcurren de manera inconfundible: sinuosos, bachudos, bajo un cielo abismalmente azul y justo entre el profundo verdor del monte. Cada metro del cadencioso recorrido es un deleite, y más aún cuando conducen a lugares mágicos, repletos de maravillas.
Llegando a la pequeñísima comunidad de Maravillas, Querétaro, hay que bajar por la empinada calle principal hasta donde ésta no da más, ahí se deja el auto y se pacta con un mini-guía para iniciar la caminata. Entre gallinas y guajolotes aparece la vereda que lleva hasta las cascadas. Son aproximadamente 30 minutos por un sendero descendente, que se interna en el bosque y que a cada paso se vuelve más húmedo y angosto.