1. Es fácil…
Búrlate de cualquiera que te brinde un manual de “Cómo tener relaciones poliamorosas y no sucumbir en el intento”. Claro que es difícil. Nos educaron a todos con el mito de la “media naranja”, “la horma de tu zapato”, la complementariedad y otros inventos del amor romántico. Socialmente también tiene sus complicaciones: por lo general la gente te ve como que eres una persona que no ama a nadie. ¡Y qué decir de la familia! A un niño nacido en una familia poliamorosa le tocará explicar las particularidades de su hogar.