Vivir en una de las ciudades más grandes y más pobladas del planeta tiene ventajas y desventajas. Los habitantes de la Ciudad de México estamos acostumbrados a lidiar con una consecuencia de esto de forma regular: el tráfico. Pasar dos, tres o hasta cuatro horas diariamente en un vehículo no es una situación extraña para nosotros. Escuchamos el noticiario vespertino de principio a fin mientras regresamos a casa, conocemos a las personas que salen a fumar a ese balcón que da al segundo piso de periférico como si fueran nuestros vecinos, y no se nos hace extraño que alguien pase vendiendo helados a la mitad de una autopista… pero esto no es normal ni saludable.