1. Comienza a refinar lo cantadito de tu acento.
Claro que no basta con lo cantadito, tienes que aprender a rematar tus enunciados con palabras como chido, güey, cabrón y chale. Una vez perfeccionado este paso, convéncete y trata de convencer al mundo de que no tienes acento.
2. Apréndete los colores de las líneas del metro…
Y no te detengas hasta que indicaciones como “si vienes de la café, te bajas en Chabacano y te vas toda la azul hasta Tacuba, ya de ahí tomas la naranja y listo” tengan todo el sentido del mundo.