Photo: Luis Raul Torres/Shutterstock

Cómo desesperar a un chilango en 10 sencillos pasos

Ciudad de México
by Kiev M. 28 Dec 2017

1. Estaciónate en su entrada

¿Eres ese vecino medio fiestero que cada dos fines de semana arma pachanga? Ya te han dicho que respetes las entrada de las casas vecinas, pero como tú te sabes de memoria los horarios de todos los vecinos, estás seguro de que no habrá bronca si tus cuates se estacionan un rato en esa o aquella entrada. Total, qué tanto es tantito.
Y tampoco es tu culpa no escuchar el claxon desesperado del vecino cuando quiere entrar a su casa. ¿Qué no ve que ya estás en plena fiesta y bailando Despacito? ¡Algunas personas no tienen consideración con los demás!

2. Camina ocupando toda la banqueta

No es tu culpa que las banquetas de la ciudad sean diminutas. Estás en todo tu derecho de extenderte por todo lo ancho con tu familia o con tu bola de amigos, que además van echando el chisme y caminando a dos metros por hora. Si los demás tienen prisa, ¡que se bajen de la banqueta! A ti que no te vengan con cuentos de movilidad y civismo.

3. Dile al conductor del Metro que se detenga un ratito en cada estación

Lleves prisa o no, cuando el metro se detiene más de lo normal, tu paciencia comienza a ponerse a prueba. Pasados unos cuantos segundos, comienzas a ver la típica escena de pasajeros asomando la cabeza desde su respectivo vagón en dirección a la cabina, como si le estuvieran metiendo presión al conductor con la mirada o como si fueran capaces de evaluar el motivo de la demora con sólo asomarse.

 

4. Convence a un poli de que le mueva al semáforo

¿Escuchas más bocinazos de lo normal? Seguro es porque adelante hay un policía manipulando el semáforo. Independientemente de que la medida esté funcionando para aminorar el tráfico o no, cada que esto sucede la desesperación es inmediata… ¿Será que tienen a quién echarle la culpa de su tardanza?

 

5. Conviértete en ese mesero al que se le olvida todo

Ya casi estás por llegar al postre y el mesero ni sus luces o no te pela por andar encamotado, como dicen en las cocinas. Cuando llega le preguntas por la sopa que habías pedido y te dice, sí permítame tantito. Como se vuelve a tardar media eternidad, te indignas y pides la cuenta, momento en el cuál seguramente se hará presente tu tan anhelada sopa. No hagas bilis y pídela para llevar.

 

6. Cruza la calle cuando está a punto de ponerse el verde

Todos hemos sufrido a ese peatón que, a pesar de percatarse de que ya no tiene tiempo para atravesar la calle, se lanza a cruzar con una tranquilidad estoica.

 

7. Conduce un micro en velocidad crucero

¿Quién no ha estado en esta situación? Te despiertas bastante tarde, sales corriendo de tu casa con el cepillo de dientes todavía en la boca, llegas hasta la avenida y, con una lágrima de felicidad, ves que el micro viene a solo una cuadra. Todo parecería estar bien, pero pronto te das cuenta de que el chofer lleva poco pasaje y va prácticamente en cámara lenta, ¡casi deteniéndose a tocar los timbres de cada casa para ver quien se quiere subir! Hasta aquí llegó tu prisa y tus indicios de felicidad matutina.

 

8. Sé el estorbo que atormenta los estadios

Llegas al estadio con toda la actitud de disfrutar el partido de fut o el concierto de la banda que te morías por escuchar, pero resulta que tu asiento en gradas está pegado al lugar estratégico donde los cubeteros se paran a gritar, ¡cheves, cheves! Para acabarla de joder, además de bloquear la visibilidad cada cinco minutos, todavía te piden que les pases las cervezas a los que están en la mitad de la fila. Los mandarias muy lejos, pero…  ¿de dónde vas a sacar tus chelas después?

 

9. No te fijes en quién sigue en la fila

Llegas por tus tamales o garnachas y crees que la doña lleva el control casi computarizado del orden en que van llegando sus clientes. Obviamente, tú ya sabes después de quien vas, pero nunca falta el gandalla que llega al último y apaña para que le despachen primero aunque te vea esperando. Lo peor es que la señora de los tamales seguramente atenderá primero al gandul y, aunque le digas que tú llegaste primero, te va a dejar en visto con un, ahorita lo atiendo joven.

 

10. Prolonga el corte de caja en el súper

Llevas como 20 minutos en la fila del súper esperando a que la familia de adelante termine de pasar su despensa de dos meses y cuando finalmente es tu turno, la cajera te dice que va a hacer corte de caja. No te queda de otra más que esperar. Lo peor es que seguramente se va a poner a chismear con su supervisora y va a perder la cuenta del dinero mínimo tres veces. ¿De dónde se saca la paciencia en estos casos?

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