1. Coméntanos, cuando nos ves con la mochila al hombro: “¿Otra vez de viaje? ¡Pero qué bien vives!”. No, no somos millonarios, sólo amamos viajar y hacemos de ello nuestra prioridad.
2. Pregúntanos “¿Pero allí no están en guerra?” cuando te decimos que vamos a cualquier país fuera de lo habitual, sobretodo los que acaban en -stán…
3. Haznos pagar una pasta por una audioguía que cuando la enciendes ¡zas! Ni uno de los puntos coincide con lo que estás viendo…
4. Dinos que no entiendes por qué andamos con la mochila tomando trenes, buses y tuk tuks, cuando hay tantos “all Inclusive” disponibles…
5. Cóbranos entrada para entrar a cualquier edificio religioso. Y si encima nos encontramos con una tienda de postales y souvenirs adentro… vas a ver cómo nos transformamos en la mismísima niña de El Exorcista.
6. Trata de vendernos algo, asegurándonos que “es más barato que en Mercadona”. Es la fórmula perfecta para dar perdida la venta, ¿sabías?.
7. Encuéntranos en plena selva Amazónica y dinos que cómo en España, en ningún sitio.
8. Dinos que la pantalla individual durante el vuelo de 15 horas que acabamos de abordar no funciona.
9. Permite que nuestra lectura -la que comenzamos cuando nos dijeron que la pantalla no funcionaba-, sea interrumpida por las patadas que tus tres preciosos niños les dan a nuestro asiento…
10. Admite que nuestra mochila, la que estuvimos esperando durante más de media hora en la cinta de equipaje, está desaparecida.
11. Pregúntanos si no nos da miedo viajar a ciertos países. Primero: No nos asustamos tan fácilmente; y segundo, si de verdad nos diera miedo, no iríamos…
12. Y la mayor tragedia de todas: Dinos que no hay wifi.