En general, la gente de Singapur es percibida como una comunidad tranquila: personas pragmáticas y orientadas a los negocios, de modales asiáticos estoicos, deseosos de ser los número-uno y reticentes a quedar mal parados. Aparentemente, se nos considera como las personas con menos emotividad del mundo. Pero hay mucha bronca en potencia en una isla con cinco millones de habitantes que es reconocida mundialmente como un simple punto en el mapa, así que no cuesta mucho hacer enojar a un singapurense… si sabes cómo hacerlo.
Dinos que estamos ubicados en China.
El 70% de la población actual de Singapur tiene un origen étnico chino, pero eso no significa que de hecho formemos parte de China, o que estemos geográficamente localizados cerca de ese país. Es cierto, varios de nuestros ancestros arribaron desde varias partes de China, pero tuvieron que atravesar un par de infiernos y mucho océano para llegar a donde estamos, es decir, a esta islita del Sudeste Asiático en el extremo sur de Malasia, así que muestra un poco de respeto.
Por cierto, aunque se trate de un territorio pequeño somos un país independiente.
Piensa que somos estúpidos sólo porque no entiendes el “singlish”.
Decir “wow, qué bien que hablan inglés” es bastante peyorativo para las generaciones jóvenes de Singapur que crecieron hablando en inglés en la escuela y en el trabajo. Especialmente porque la mayoría de nosotros estamos orgullosos de ser bilingües, y el inglés es una de las lenguas que manejamos.
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Y no se te ocurra desestimar al singlish de los locales, una forma bastardeada del inglés, mezclada con frases coloridas del chino, el malayo y otras culturas. Quizás no entiendas la mitad de las palabras, y te darás cuenta de que la gramática es notoriamente eficiente (¿gusta esa lata?), pero con levantar el tono de voz y hablarnos como si fuéramos niños de tres años lo que probablemente consigas es escuchar vulgaridades dirigidas hacia ti – el singlish es genial para insultar-.
Insiste con lo de la prohibición de mascar chicles.
Aunque pueda parecerle draconiano a los “espíritus libres” mascadores de chicle del resto del mundo, la prohibición más que nada afecta a la importación y venta de goma de mascar en Singapur, así que no tengas miedo de pasar por migraciones con tu pequeño paquete de mentolados.
Si los músculos de tu boca realmente necesitan ejercitarse, estarás contento al saber que la regla ha sido cambiada para permitir la venta de goma de mascar medicinal en las farmacias. Eso sí, por favor no dejes tu chicle pegado en las mesas o en las paredes, ya que no sólo es asqueroso sino que además te multaremos por hacerlo.
Búrlate de Singapur por ser la “ciudad de las multas”.
Nuestro gobierno sabe muy bien que lo que más nos afecta, como pragmáticos que somos, es que nos saquen dinero del bolsillo. Esa vieja broma de la “ciudad de las multas” ha sido estampada en demasiadas camisetas y ya casi no causa ninguna gracia. Aún si es verdad.
Menciona a Michael Fay.
El tipo fue azotado unas cuatro veces en 1994. Ya sea que estés de acuerdo o no, lo cierto es que él sí cometió una serie de actos de vandalismo en propiedad tanto pública como privada, en un país que se jacta de ser limpio y verde… Esto sucedió hace 20 años. Ya deja de traerlo a colación.
Critica a la deliciosa comida callejera.
Incluso si los habitantes de Singapur tienden a trazar divisiones culturales en relación a la raza, la etnia y el lenguaje –gracias a la necesidad del gobierno de identificar con precisión nuestras afiliaciones en los documentos de identidad-, la única cosa que realmente nos une es el amor por la comida callejera local. Nos gusta lo bueno y barato, y aquí hablamos sobre comida todo el tiempo.
Escucharás debates encarnecidos sobre quién conoce dónde se encuentra el mejor vendedor de pollo con arroz Hainan, pero pobre el extranjero que ose sugerir que está cansado de escuchar esa discusión o que se atreva a decir que nuestra comida callejera no está a la altura de las circunstancias porque no viene envuelta apropiadamente. Si nuestras delicias callejeras son lo suficientemente buenas para Gordon Ramsay, han de serlo para ti también.
Asume que somos ignorantes sobre temas políticos.
Hemos votado al mismo partido desde la independencia y normalmente se nos considera una “dictadura benevolente” en otras partes del mundo, pero eso no significa que somos ovejas no-pensantes que no entienden sobre democracia. Hablar sobre temas políticos de Singapur sólo se vuelve entretenido cuando has vivido aquí lo suficiente como para conocer los diferentes matices, así que disculpen si no nos molestamos en hacernos entender por ustedes los turistas.
Ni siquiera intentes hacer un juicio basado en los valores de tu propio país: caer en lugares comunes y actuar como un conocedor cuando no tienes el contexto adecuado solo te asegurará miradas de desprecio.
Quéjate sobre Singapur.
Nosotros nos quejamos sobre todo y sobre todos, y somos buenos en el arte de la queja. Está asegurado que encontrarás a los singapurenses despotricando por diversas cosas: desde el aluvión de extranjeros hasta la red de trenes que está colapsando, o sobre las largas colas para hacer trámites o el último muñequito de Hello Kitty que sacó McDonald’s. Pero piénsalo dos veces antes de hacer un comentario negativo sobre Singapur, porque más allá de que busquemos ser una ciudad cosmopolita, nuestro corazón sigue siendo asiático: sólo los de Singapur tienen permiso para quejarse sobre Singapur.