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Cómo hacer enojar a un ateo

by Matt Hershberger 4 Nov 2014

SEAMOS HONESTOS: es bastante fácil lograr que nosotros, los ateos, nos enojemos. Tenemos fama de ser estridentes, odiosos y condescendientes, y de estar siempre dispuestos a comenzar una discusión.

Pero, ¿saben qué? De todas maneras tienen que aguantarnos. En Estados Unidos, por ejemplo, pasamos de ser el 1% de la población en 2005 a ser el 5% en 2012, y las cifras crecen de manera similar en el resto del mundo. Si la tendencia actual continua (y lo hará), un día estaremos viviendo en una utopía atea estilo escandinavo.

Hasta que eso suceda, aquí encontrarán algunas cosas que NO deben hacer si desean coexistir pacíficamente con nosotros.

Intenten evangelizarnos.

La cosa es así: la mayoría de nosotros ya ha intentado esto de la religión. Probablemente no estemos interesados. Hemos crecido observando distintas clases de abusos institucionales de la Iglesia Católica o del Evangelismo de ultraderecha por ejemplo, y finalmente llegamos a la conclusión de que no queremos meternos en ese lío.

Así que cuando intentan convencernos de alguna creencia, suele suceder que ya la hemos considerado previamente y hemos decidimos estar al margen de las religiones “organizadas”. Para muchos de nosotros, hay historias muy personales sobre por qué nos hemos alejado de la religión. Tómense su tiempo para conocerlas en vez de intentar evangelizarnos.

Dígannos que nos iremos al infierno.

A ver si se entiende: esa amenaza no significa nada para nosotros. No creemos en el infierno. No creemos en Dios ni en el Diablo, así que es como decirnos “serás aplastado por una manada de unicornios”. Y… no, eso no sucederá.

De hecho, hablarnos utilizando lenguaje de iglesia – por ejemplo, llamando “pecado” a algunas cosas que hacemos- no es particularmente productivo. Muchos ateos estarán dispuestos a hablar con los demás sobre sus creencias religiosas. De cierta manera, considerando que no somos creyentes, es un poco sorprendente lo muy dispuestos que estamos a hablar sobre religiones. Dígannos en qué creen ustedes. No proyecten sus creencias sobre nosotros. De esa manera podremos mantener una conversación civilizada.

Póngannos a todos en la misma bolsa.

Si comienzan una conversación con un ateo diciendo “pero todos ustedes creen…”, ya están equivocados. El ateísmo es la falta de creencia en un Dios. Y hasta ahí. Ese es el acto de no-creencia que nos une. No hay necesariamente ninguna otra cosa en común.

Emma Goldman, la feminista anarquista, era atea. Y también Stalin, el déspota comunista, y el neoconservador Christopher Hitchens. Noam Chomsky, el lingüista y filósofo, es a veces considerado un ateo. Podemos tener literalmente cualquier tipo de creencia u opinión fuera de nuestra falta de creencia en Dios. Pregúntennos sobre ellas, no asuman que las conocen.

Dígannos que somos nihilistas.

Algunos de nosotros lo somos. Pero no todos creemos que la vida, el universo y todas las cosas carecen de significado. Algunos de nosotros (yo incluido) creemos que hay infinitas maneas de hacer que la vida tenga sentido sin creer en un dios, y de hecho llevamos vidas plenas y significativas. Es posible llevar una buena vida viviendo de manera diferente a como lo hacen los creyentes.

Rechacen a la ciencia.

Sé que cuando se trata de cuestiones religiosas, hay ciertas cosas que simplemente requieren de la fe, ya que no se pueden demostrar. De la misma manera que no podemos probar la no-existencia de un dios, del otro lado no pueden probar que sí existe.

Pero… hay cosas que sí son demostrables. Como la evolución. O el cambio climático. Y aunque hay muchas preguntas científicas y metafísicas sin respuesta, esas dos no están entre ellas. Podemos tener conversaciones e intercambiar opiniones, pero no si se niegan a usar la razón.

Dígannos que las sociedades ateas “no funcionan”.

Sí, conocemos sobre la Alemania Nazi y sobre la Unión Soviética. Sí, estamos al tanto de que –técnicamente- sus ideologías eran ateas, aunque Christopher Hitchens haya argumentado que hay similitudes entre los cultos a la personalidad y las sociedades religiosas.

Esas no son las únicas sociedades ateas en la historia. El budismo es, en muchos sentidos, una religión atea. Las sociedades liberales modernas –incluyendo a los Estados Unidos- están basadas en principios seculares. Las sociedades sin Dios pueden funcionar, y sacar a relucir dos malos ejemplo es como abrir una caja de Pandora, cosa que no quieren hacer a menos de que tengan ganas de escuchar un discurso completo sobre la Inquisición, las Cruzadas y el régimen Talibán en Afganistán.

Insistan con que es necesario creer en Dios para ser buena persona, compasiva, amable.

Si supieran cuáles de sus amigos son ateos, jamás dirían esto. Los ateos pueden ser personas buenas y compasivas sin la ayuda de un dios o de una religión, sin la amenaza de un castigo eterno, porque créanlo o no, la bondad no depende del credo religioso. Lo que nos están diciendo es básicamente: “no puedes ser plenamente humano sin la religión”.

No respeten nuestras creencias.

De hecho, esto va para todos. Obviamente hay algunas creencias que son imposibles de respetar (*ejem* creacionismo*ejem*nihilismo), pero en la mayoría de los casos no hay razones para pensar que las personas no pueden convivir pacíficamente si sus creencias difieren, siempre y cuando dichas creencias no hieran a nadie.

Los ateos pueden tener una mochila pesada cuando se trata de creencias. A veces esto se debe a una historia traumática en sus experiencias con la religión, a veces se debe a una frustración completa con lo que perciben como “irracional” en las creencias de los otros (sí, quizás haya cierta hipocresía en esto), pero de todas maneras la mejor manera es comenzar por el respeto mutuo y a partir de ahí avanzar.