Si crees que en la actualidad las prácticas sexuales son más abiertas que hace algunos años tal vez sea porque no sabes cómo se vivía la sexualidad antes de la llegada de los españoles. Los mayas, por ejemplo, nos recuerdan mucho al mundo moderno, por las diversas modalidades de su vida amorosa. E incluso tuvieron prácticas distintas a los de nuestros tiempos.
La identidad sexual de los mayas, aunque no lo creas, era mucho más fluida. Existen algunas representaciones muy abiertas al respecto. Entendamos, primero que nada, que el sexo es un requisito indispensable para la reproducción de una sociedad, pues es una necesidad biológica y es precisamente por ello que ha llegado a tener una connotación cultural, aunque el cruce de algunas culturas dificulta este entendimiento, como es el caso al juzgar o interpretar la sexualildad de la sociedad maya desde un punto de vista católico.
“Me estoy sumergiendo, penetrándote con los genitales de tu madre y los genitales de tu padre. Eres el deseo de los hijos de las mujeres, el deseo de los hijos de los hombres”.
“El ritual de los bacabes” (Pete Sigal)
Sin embargo, dejemos de lado nuestra percepción de sexualidad y, con la mente más abierta, tratemos de entender el sexo desde el punto de vista de los mayas. Para indagar un poco más en los conceptos sexuales mayas hay que acudir a sus representaciones y textos que, aunque nos parezcan algo inapropiado, son el reflejo de su realidad sexual.
Estas imágenes y textos han permitido identificar tanto a los participantes como los lugares de las citas, así como el pensamiento de aquellas uniones. El Códice Dresde, por ejemplo, contiene algunos buenos ejemplos de representaciones indirectas de los comportamientos sexuales más discretos. En este documento, los mayas no hablan del sexo en términos comunes como “ka” (cópula) o “p’en”, ni de “tsay” (unión pegajosa) y se limitan a llamar a la acompañante femenina como “atan”, la consorte.
“Atan” también es un término muy utilizado en los textos del maya clásico, pues con él se hace referencia a las esposas de los gobernantes, lo que indica que su papel de consorte está ligado al acto sexual.
Sin embargo, hay representaciones menos sutiles, como las encontradas en la cueva de Naj Tunich, en Guatemala en las que se pueden apreciar:
Se ha llegado a suponer que sitios como estos eran un sitio de encuentro para los jóvenes de la realeza que quisieran explorar su sexualidad como mejor les apeteciera, proporcionándoles un espacio libre para la experimentación y, además, para tener encuentros entre jóvenes y hombres mayores.
La homosexualidad entre los mayas no era como la de la Grecia clásica, donde los lazos entre viejos y jóvenes solían ser más duraderos, pues las relaciones eran más bien de paso y se practicaban como parte de rituales.
Incluso se sabe que para los mayas el acto mismo de hacer el amor no era atribuible únicamente a la unión a dos personas de sexo contrario.
En la parte norte de la península de Yucatán, en Uxmal (foto), Labná y Loltún, uno puede encontrarse con unos enormes penes labrados en piedra, todos erectos, en aparente excitación grupal. Sin embargo, es poco probable que todo este trabajo se llevara a cabo sólo para lograr un paisaje pornográfico, y se cree que hacen más bien una referencia a la lluvia.
Sin embargo, ello no significa que no usaran la figura del pene en las formas distintas a las rituales, pues se han encontrado objetos sexuales de madera usados como consoladores, como el hallado en el Cenote de los Sacrificios en Chichén Itzá, hallado por el arqueólogo Edward Thomson y que se encuentra en el museo Peabody de la Universidad de Harvard.
Otras representaciones más claras son aquellas en las que el pene es un símbolo de sacrificio, como en los murales de San Bartolo (Guatemala), en el que los penes de los que personajes sangran. Lo mismo con las figurillas de Santa Rita Corozal, en Belice, en la que una mano sostiene el pene mientras otra introduce una espina de mantarraya o de maguey.
¿Y qué hay de los genitales femeninos? Por alguna razón, fueron representados raramente y solo como un crudo graffiti en las paredes de los edificios de Tikal en Guatemala.
En sí, el cuerpo femenino de las jóvenes enfatizaba los senos, en especial los pezones y las aureolas, que en el arte maya son representados con círculos punteados. Las mujeres de edad avanzada eran representadas con pechos que cuelgan hasta la cintura.
Entre los mayas, al parecer, los dioses masculinos viejos tienen un mayor impulso sexual. En la figurilla de Jaina (Campeche), por ejemplo, el dios del maíz se encuentra representado al lado de una joven en una aparente escena de seducción por parte de él.
Incluso se han rescatado algunos fragmentos de cerámica en los que las mujeres están siendo seducidas por animales, como monos o arañas, lo que podría representar a los mismos dioses.
Así que, como te darás cuenta, el sexo para los mayas era semejante al de nuestros tiempos, pues existían diversas prácticas, algunas ocultas y otras libres, pero de las que se tenía pleno conocimiento. Tal como ahora, no era un acto que se podía ejercer con descaro, sino que debía obedecer a la moral de su época.