Si a estas alturas de la vida sigues pensando que Bélgica es el lugar más aburrido de Europa déjame decirte una cosa: te equivocas. El país de Tintín puede ser tan divertido e imprevisible como un espectáculo de fuegos artificiales. Que no te engañe el clima poco amable de su invierno. Tras esa primera capa gris que todo lo cubre entre noviembre y marzo, se esconde una extraña primavera lúdico-festiva que avanza las luces de la Grand Place. No visitar Flandes y Valonia debería ser un crimen. Deja de poner excusas como que te faltan dólares: el dinero no es imprescindible para disfrutar como un enano. Sigue leyendo y lo verás.
Elige bien tu aeropuerto de entrada.
Bélgica tiene dos aeropuertos importantes: el Brussels-National y el Sur. El primero -también conocido como Luchthaven Zaventem (en flamenco) y Aéroport de Zaventem (en francés)- es el que más tráfico soporta. A él vuelan la mayor parte de las aerolíneas del mundo. El segundo –comúnmente llamado el de Charleroi– es más chico pero más relevante para el mochilero pues allí aterrizan casi todas las compañías low cost (Ryanaiar, Wizzair, etc.).
Antes de comprar tu vuelo siéntate y haz cuentas. Aunque volar a Charleroi seguramente resulte más barato, a esto tienes que sumarle el desplazamiento desde el aeropuerto hasta donde vayas. Suponiendo que sea Bruselas (46 kilómetros), no te costará menos de 10 – 12 euros (quizás más) y por lo menos hora y media de tu tiempo. Y eso también vale dinero, sobre todo si solo tienes un fin de semana para dedicarle al país.
Muévete en tren.
Bélgica es un país tan pequeño que puede cruzarse entero en tren en un día y volver. No es problema. Los trenes son muchos, muy puntuales y fáciles de utilizar. Si tienes intención de moverte de una ciudad a otro considéralos tus nuevos mejores amigos.
Si eres menor de 26 hazte con un bono llamado Go Pass. Por el módico precio de 50 euros tendrás 10 viajes disponibles sin fecha de caducidad para ti o cualquiera que viaje contigo (o cualquiera al que le des el bono, no es un billete nominal). Basta con que antes de subir al tren equis rellenes los hueco libres de tu Go Pass. Por ejemplo, si vais a viajar tres personas tendréis que rellenar tres fechas, tres días, tres orígenes y tres destinos. Así funciona, sin reservas ni complicaciones. Rellenar y subir sin preguntar.
Y por si esto fuera poco, cada trayecto del Go Pass te permite hacer tantas paradas como quieras. Por ejemplo, si vas a de Bruselas a Brujas puedes bajarte tranquilamente en Gante, dar una vuelta y luego continuar con coste extra. Si madrugas mucho puede ser una forma interesante de ver muchos lugares sin tener que gastar muchos días y muchos billetes de tren.
Come caliente pero low cost.
Comer en Bélgica no es especialmente barato, pero tampoco es sumamente caro. El stoverij, uno de los platos estrella de la gastronomía belga, puede encontrarse en muchos restaurantes por 10 euros o menos. Ahora, si quieres una opción realmente barata que no implique tirar todo el día de frituur busca locales tipo el Soup Lounge de Gante. Allí, por 3,50 euros podrás tomarte un menú que incluye una sopa de verduras (tomate, guisante, etc., tu eliges el puré base) con mucho condimento (carne, queso y verduritas troceadas), pan con mantequilla y una fruta de postre. Perfecto para un almuerzo rápido pero consistente que permita recuperar energías y seguir descubriendo la ciudad. Otra opción interesante puede ser el Restaurante Amadeus (cuenta con sedes en Bruselas, Amberes y Gante) donde por 16 euros puedes comer todas las costillas que puedas. Todas las que puedas de verdad, y están bien buenas.
Bebe cerveza.
Si cuando sales te gusta tomar copas / cocteles, en Bélgica lo pasarás un poco mal porque eso no se estila. Lo que se lleva es la cerveza. Cerveza para comer, cerveza para cenar, cerveza para estar de fiesta. Las rubias son buenas Y baratísimas. En cualquier bar podrás tomar cervezas que en tu país serían de importación a precio local porque, ¡aquí son locales! No pocas veces un vaso de cerveza resultará más barato que un refresco, ¡y que el agua!
La variedad de cervezas belgas es grande en sabor y graduación. Es casi imposible que no encuentres una que te guste. Aunque no seas su mayor fan, dales una oportunidad. Tu estómago y tu bolsillo te lo agradecerán. En una tienda, una Stella Artois te costará menos de un dólar. Una Carapills (la más low cost entre las salubres), la mitad.
Compra la entrada del festival con antelación.
Las fiestas en Bélgica son muchas y muy variadas. Muchas no requieren el pago de una entrada. Sin embargo, en los últimos años el país se está consolidando como destino festivalero a golpe de Tomorrow Land. Si ya sabes que quieres acudir a este evento o a otro como el I Love Techno o la White Sensation, reserva tu entrada con la mayor antelación posible. Es la mejor forma de garantizarte un sitio al mejor precio.