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26 cosas a las que nos acostumbramos los argentinos en México

Argentina México
by Laura Bernhein 11 Apr 2016

1.

Tuve que reemplazar la remolacha, la palta, la frutilla y el ananá… por el betabel, el aguacate, la fresa y la piña.

2.

Y, cuando voy al tianguis, me cuido de mencionar que me gustan muchísimo ciertas frutas y verduras, como la papaya, el chile o el camote…¡Y que ni se me ocurra decir que las quiero “bien grandes”!

3.

Ya no como helado de dulce de leche… ¡Ahora como helado de cajeta! (Y hasta lo pido sin ponerme colorada).

4.

Sé que si camino junto a un hombre, él siempre va a hacerlo del lado del cordón.

5.

Y que hombre mexicano que se precie…¡jamás sale de su casa si no está bien peinado con, por lo menos, un frasco de gel en el cabello! (y con mucho perfume…).

6.

Me acostumbré a que los mexicanos declaran el amor a lo grande. Serenatas, carteles, eventos públicos, globos por docena, miles de calcomanías pegadas en el coche de la amada, tatuajes, flores, besos, abrazos… ¡Si hay pasión, hay que gritarla bien fuerte! Al menos mientras dure…

7.

Y que hasta los hipsters aman ir a ver a Luis Miguel con sus novias en plan romántico…

8.

A recibir al señor de los toques con tanta alegría como antes recibía el olor a garrapiñadas.

9.

A no tutear hasta al Papa, si es que no quiero que piensen que soy un demonio que no recibió suficientes chanclas por la cabeza cuando era niña.

10.

A que el barroco culinario mexicano es tal que hasta es posible que las ensaladas vengan con fruta abrillantada, cerezas al marrasquino… ¡O con duraznos en almíbar!

11.

Pero que, por otro lado, la comida mexicana te regala sabores muy sofisticados. Basta con que te mencione el mole o los chiles en nogada, cuyos ingredientes mezclan cosas tan disímiles como chile, nueces, chocolate, plátanos y carne picada. ¡Y que son un verdadero manjar!

12.

Ya no le tengo pánico a comer en los puestos callejeros. Donde fueres… haz lo que vieres.

13.

Además, en México se vive mucho más en la calle que en Argentina. La gente de todas las clases sociales va a las plazas, come en la calle, y se puede comprar de todo en la vía pública, desde muebles hasta serenatas de mariachis.

14.

A que me digan que “Ah, qué bueno, ¡argentina! Sensishita y carismática”. Je je…

15.

Ya no voy al maxikiosco o al almacén más cercanos para comprar lo que necesito… Ahora voy a la tiendita.

16.

Y ya no compro caramelos… compro dulces. ¡Y dulces con chile! Y eso que en Argentina me escandalizaba cuando algún 25 de Mayo probaba un locro subidito de tono.

17.

A no ser tan puntual como lo era en Argentina… bueno, no es que era tan puntual la verdad, pero la impuntualidad mexicana es realmente tan épica que una corre el riesgo de sobreadaptarse.

18.

Y con la impuntualidad se ha incrementado mi habilidad para entender el tiempo a la manera mexicana. Así, el estar aún en la ducha equivale a “Estoy saliendo” y el estar esperando al taxi en la puerta de tu casa se traduce como un “¡Voy en camino, pero hay taaaanto tráfico!”.

19.

Ya no grito “¡Cuidado!” sino “¡Aguas!”.

20.

Ya no digo “No”. Digo “¡Déjame que lo veo, ahorita te confirmo!”. Los mexicanos no son tan tajantes y directos como los argentinos y, si hay algo que detestan, es lastimar las sensibilidad de los otros. Por eso, hay que elegir muy cuidadosamente las palabras de las respuestas negativas, para que no suenen ofensivas.

21.

Ya no me cantan “que los cumplas feliz”, sino “estas son las mañanitas que cantaba el Rey David y hoy por ser día de tu santo te las cantamos a tiiii”.

22.

Ya no espero que me traigan la pizza solita y no acompañada de mil salsas…Salsa inglesa, jugo Maggi, Tabasco, chile seco, alguna salsa de habanero ¡y ketchup! (que ahora es catsup). Eso sí, a comer la pizza con esas salsas no me voy a acostumbrar jamás. Con el perdón de mis amigos mexicanos… ¡qué sacrilegio!

23.

A que los taxistas siempre, pero siempre, esperan que los guíes a tu destino… ¡Nadie usa el bendito GPS!

24.

A que las paredes ya no son blancas, grises, beige o celestitas… Ahora son turquesas, rosadas, amarillas, rojas y terracota. ¡Y las amo!

25.

Y a qué me pregunten quién es mejor, si Diego o Lío… Mmmm… ¿Luis Alberto Spinetta?

26.

Me acostumbré a reirme de todo, hasta de las cosas más macabras y soeces. No hay nada sobre lo que los mexicanos no puedan hacer una broma. Por eso, ¡gracias México, te adoro, no me imagino un mejor lugar para vivir!

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