Que nada es imposible.
Cuando les conté a los míos que iba a recorrer el mundo a dedo surgieron preguntas…¿Y con qué dinero? ¿Pero vos sabés algo de supervivencia y de rutas?. Y no faltaron los “¡Estás loco, Gonza!”. Yo era un oficinista frustrado que no sabía ni cocinar, ni armar una carpa y que ni tenía una cuenta bancaria. Hoy llevo cuatro años en la ruta y 90.000 km recorridos en 50 países. Lo único que nos impide hacer algo es la mente. La clave es no pensar tanto, porque los pies siempre siguen al corazón. Y así un día te encontrás viviendo tu sueño…