La gran ofrenda del Zócalo, aunque con elementos contemporáneos, siempre es una clara muestra de las principales características iconográficas de la festividad del Día de Muertos. Este año ha sido encargada a la antropóloga Gisela Mendoza Jiménez y al artista plástico Humberto Spíndola.
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Su obra tendrá arcos de entrada barrocos, el altar de muertos y el túmulo funerario, así como los nueve caminos o senderos que conducen al Mictlán y que son transitados por las catrinas, caracterizadas este año como migrantes. La ofrenda es el homenaje que rinde la ciudad a los migrantes y a todos sus muertos. Del 27 de octubre al 4 de noviembre.
Mexicano que se respete sabe la leyenda de La llorona (y muchas muchas más, todas terroríficas, pasadas de generación en generación). ¿Te imaginas vivirla a todo color desde una trajinera, paseando por los canales de Xochimilco, en medio de la noche, iluminados solo por espectrales antorchas?
Es un espectáculo único en el mundo, que explica el fin de la caída de los pobladores de Xochimilco, así como la transformación de Ayahutli en La Llorona. No te pierdas una obra al aire libre, con buen sonido, danza, teatro, música prehispánica y moderna, cantos en náhuatl y hasta tecnología de punta con videomapping.
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El pan de muerto es un elemento indispensable para el tradicional homenaje del Día de muertos. Su origen se remonta a la época prehispánica. Durante los rituales con sacrificios humanos que se ofrecían a los dioses, los sacerdotes acostumbraban a sacar el corazón del sacrificado, y luego era rociado de amaranto. Con la llegada de los evangelizadores, fueron prohibidos este tipo de rituales y se cambió el corazón de humano por una pieza de pan en forma de ese órgano, bañado en azúcar de color rojo.
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Eso sí, asegúrate de que sea el pan de muerto y no alguna de sus exóticas variantes, como el mantemuerto…
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Tampoco debes de olvidar comerte aunque sea una calaverita de azúcar o chocolate, ya que son parte esencial de nuestro altar de muertos. Si andas por el centro, entonces busca la tradicional dulcería Celaya, en pleno centro histórico. Veras que delicia, seguro regresas por más.
Crédito: Lau B
Y para terminar de engordar a gusto, te recuerdo que el pan de muerto, se come con una o dos buenas tazas de chocolate bien calientito.
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Las llamadas calaveras fueron conocidas antiguamente con el nombre de panteones y eran unos versos utilizados en el siglo XIX a modo de un epitafio jocoso, para expresar ideas o sentimientos que en otras circunstancias sería difícil de decir.
Si te gusta escribir poesía, seguro no te costará mucho trabajo hacer la tuya. Ahí te van las características: para su composición, se requiere creatividad, se juega con el lenguaje y observación de algún rasgo o cualidad del tema o persona a ridiculizar. Son irreverentes, retratan a la persona a la que se dirige, como si estuviera ya muerta o a punto de morir. Se utilizan para canalizar sentimientos que en otro contexto y con otro tono sería difícil expresar: crítica, dolor, odio, amistad y amor, por nombrar algunos.
Aquí te dejo una de mi autoría, que escribí en 2011 para mis amigos de Facebook:
Como el verano y la primavera,
Todo pasa y todo llega,
por eso hoy ni el Facebook,
se salvó de su calavera.
La catrina llego temprano,
maquinando en su cabeza,
“de este año Señor no pasa,
que me vuelvo feisbuquera”.
Llegando se fue a una tienda,
para una laptop poder comprar,
“que dure mucho la pila,
no hay enchufes en el más allá”.
A ver, siéntese aquí mi alma,
calmadito y sin chillar,
hoy no se lo lleva la parca,
si me logras enseñar.
Las falanges huesudillas,
se paseaban por las teclas,
buscando entre los perfiles,
a alguna de su conocencias.
Este cuate esta refeo
ya ni la burla perdona,
esta parece una bruja,
trae de peluca una escoba”.
¡Anímate! Seguro que será una experiencia muy divertida para ti y no olvides compartirla… ¡en Facebook!
No te puedes perder las ofrendas y altares monumentales que año con año nos ofrecen los principales museos de la ciudad. Organízate y programa una vista a uno o a todos.
El Museo Dolores Olmedo, por ejemplo, instalará este año una ofrenda que honra el legado funerario de civilizaciones ancestrales de México y del mundo, como Mesopotamia, Egipto, China, las tierras Nórdicas y la región Maya.
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Es un drama de tipo fantástico que se filmó en 1959, dirigida por Roberto Gavaldón y protagonizada por el primer actor mexicano Ignacio López Tarso, Pina Pellicer como la mujer de Macario y Enrique Lucero como la Muerte.
Teniendo como referente una novela de Bruno Traven (misma que estuvo basada en un cuento de los Hermanos Grimm), se ambienta en la época del virreinato de la Nueva España durante el siglo XVIII, en la víspera de un Día de Muertos. Fue una de las películas mexicanas más célebres de su tiempo y la primera cinta de este país en ser nominada al Oscar de la Academia de Hollywood en la categoría de mejor película en lengua extranjera.
Este sábado 27 de octubre, a las cuatro de la tarde, dará inicio el impresionante Desfile de Muertos, que seguirá una ruta que irá desde la Estela de Luz, sobre paseo de la Reforma, hasta finalizar en el Zócalo capitalino. Por supuesto que deberás ir mucho, muchísimo más temprano, especialmente si quieres asegurarte un buen lugar. 
Crédito: Diego Grandi | Shutterstock