1. Cuando a los caraqueños nos dicen “Maracaibo” nos da por imitar el acento y es verdad… casi siempre exageramos el tono y nos sale mal.
Los maracuchos piden a gritos que no digamos tanto “vergación par’ coño”, porque ellos no lo dicen tanto como creemos.
2. Nos volvemos conscientes de la expresión de nuestro rostro.
Los maracuchos dicen que somos amargados, pero eso no es cierto… Lo que pasa es que ellos se ríen de todo y no se aguantan nuestra cara seria de agite caraqueño.