1. Subir a la Torre Eiffel para tener las mejores vistas que puedas imaginar de la ciudad. Eso sí, si no quieres pasar toda la mañana en la cola, acuérdate de madrugar.
2. Recorrer el Louvre, por dentro y por fuera, de día y de noche, y disfrutándolo desde todos los ángulos posibles. Es uno de los museos más importantes del mundo y por excelentes razones. No lo olvides.
3. Pasear por la Place du Tertre de Montmartre y, como mínimo, pararte a ver alguna de las obras de los pintores que allí se dan cita día tras día. Y si te animas, llévate uno a casa, te aseguramos que este será el mejor recuerdo que podrás tener de la Ciudad del Amor.
4. Pararse a los pies de la Basílica del Sagrado Corazón de Montmartre, uno de los lugares más sagrados de París y también uno de sus lugares más animados. Sólo tienes que sentarte en las escaleras para comprobarlo.
5. Visitar Notre-Dame, una de las catedrales góticas más bonitas del mundo. Por cierto, no olvides subir a una de sus torres, desde donde tendrás unas vistas privilegiadas de la ciudad, vigilada por las gárgolas.
9. Ver un espectáculo en el Moulin Rouge, uno de los lugares más icónicos de París. Y si no quieres ver la actuación, acércate igual, pasear por la zona al caer el sol, ya vale la pena.
10. Pasear por los Campos Elíseos, una de las calles más famosas de París e incluso del mundo. Pararte en alguna tienda y hacer algunas compras también puede formar parte del paseo.
12. Pedir en los restaurantes “Un carafe d’eau, s’il vous plaît”, el “agua del grifo” de toda la vida, que en los restaurantes de París se debe servir de manera gratuita.
13. Pasar una tarde paseando por el barrio de Marais, uno de nuestros barrios favoritos de París. Y pararse en su tienda Magnum, la de los famosos helados. No hace falta decir más, ¿verdad?