1. Vamos a empezar por el principio: nuestra manera de saludar.
Aunque los extranjeros en cuestión sean también latinoamericanos, nuestra efusividad a la hora de saludar a los amigos y a los desconocidos es legendaria en todo el mundo. He visto al vaquero más rudo del Lejano Oeste ponerse colorado ante el beso en la mejilla que le estampó con naturalidad una argentina, tan solo para decirle “hola, qué tal”. Y ni hablar de cuando son los hombres los que besan y abrazan… ¿me creen si les digo que, ante semejante avasallamiento, ese mismo cowboy tomó su teléfono para llamar al 911?