1. Agregué un par de palabras prohibidas a mi lista.
Ya no puedo decir concha ni cajeta sin hacer que mis interlocutores se pongan colorados…
2. Y hay otras palabras que ya no puedo usar.
No porque estén prohibidas, sino porque nadie las entiende. Qué padre pasó a ser Qué bueno, chido es genial, órale es dale, chingón es bárbaro y carnalito es…¡che, boludo!