1. Empecé a ver publicidades en los buses, en vez de frases como “Dios está contigo”.
Sí, en Venezuela podía pasar horas riéndome de las calcomanías que las camioneticas –busetas- tienen en sus vidrios traseros, con frases como “mi envidia te fortalece” o “ya llegó el Brayan”. Ahora sólo miro aburrida las publicidades que llenan -de esquina a esquina- los buses de la ciudad. Mi mayor sonrisa solo se produce si veo que el bus que llega es el número que estaba esperando.