Luli esperando, retratada por el autor.
Escena 1: el plan que no fue
Casi como la crónica de una muerte anunciada, esta historia adelanta su final: a Luli, mi pareja, la deportaron cuando llegamos a Estados Unidos. Un poco de contexto quizás ayude a narrar mi dilema.
Durante casi dos años habíamos viajado por varios países sin ningún problema, sin grandes sobresaltos. Después de trabajar y ahorrar durante unos meses en el Caribe mexicano, decidimos hacer un viaje por Centroamérica y de ahí irnos para Hawái (Estados Unidos). Calculábamos recorrer durante tres meses Cuba, el sur de México, Guatemala, Honduras y Nicaragua. Después de ese periplo, los dos queríamos mudarnos a la isla de Maui, conocer a mi sobrina recién nacida, trabajar unos meses ahí, ahorrar dólares y hacer dedo a algún barco que nos lleve para Asia. Con ese plan, decidimos visitar la Embajada de Estados Unidos en México y tramitar la visa de Luli, que era lo único que nos faltaba para poder pisar tierras gringas.