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10 efectos colaterales de tu viaje a Yucatán

Yucatán
by Claugiann y Giovanni 7 Nov 2016

1. Sufrirás depresión al no tener una playa tan cerca y tan bonita disponible todo el tiempo.

Los 15 minutos que te hacías a Progreso o los 20 a Chelem o Uyamitùn no son nada si los comparas con las horas que tendrás que viajar ahora que dejaste Yucatán para conseguir una playa mínimamente decente. Lo que es peor: Nunca verás tantas conchitas.

 

2. Tu paladar se volverá muy exigente…

Nada te volverá a saber igual, no sólo porque querrás ponerle cebollita morada a tu vida todo el tiempo, sino porque además extrañarás la cochinita.

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3. Cualquier piscina te parecerá simple.

¿Piscina, Alberca? Queéhueva. Cuando vivías o cuando visitaste Yucatán tenías albercas naturales impresionantes para ti solito. No tenías que ir a parques acuáticos o esperar a que alguien arme una fiesta en su piscina para lucir tu nuevo bikini…

 

4. Difícilmente te volverás a sorprender tanto…

¿Cuántos pueden decir que tienen una maravilla del mundo? Vamos, que el Cristo de Corcovado es más moderno que nada y los brasileños podrán estar muy orgullosos y todo, pero ni se acerca a la belleza de nuestra Chichen Itzá….

 

5. Vas a necesitar el vaivén de la hamaca para dormir…

Sí, es muy difícil sustituir la calma que brinda estar suspendido en el aire, arrullado por una hamaca yucateca…

 

6. Apreciarás lo barato que es comer mariscos.

Aquí puedes encontrar desde pulpos, cangrejos, langostas, marlines y mucho cazón a precios muy por debajo de los que los conseguirás en tu ciudad. Vas a extrañar esas comidas y disfrutar de un pulpo frito, un cevichito o una langosta como si se tratara de cualquier cosa…

 

7. Extrañarás la amistad Yucateca.

La gente de los pueblos te trató como amigo, te invitó a comer a su casa y te hizo sentir querido. ¡Como los amigos yucatecos no hay!

 

8. Llorarás por los ocasos de película.

¡Si es que nunca habías visto cielos tan bonitos! Es la ventaja de no tener edificios que nos tapen la vista y de no tener problemas de contaminación ambiental como en las grandes ciudades. Aaaah, cómo enamoran los cielos estrellados, los arcoiris completos y las tardes rojizas de Yucatán.

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9. Echarás de menos disfrutar las amenidades de estar en recintos de lujo.

Has visitado más de una hacienda, ya sea para comer o para hospedarte y pasar el día en sus piscinas, y sabes que muy difícilmente vuelvas a sentirte un magnate como cuando estuviste en Yucatán.

 

10. Tu boca nunca volverá a salivar tanto.

Extrañarás ese picor tan rico que sólo el chile habanero puede dar… en tortitas de cochinita los domingos, en tacos cualquier noche de copas o en esa comida que no le salió tan bien a tu suegra y que con dos gotas de habanero seguro arreglaste.

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