Tras conquistar el valle de México, los mexica pudieron concentrarse en realizar mejoras en todos los aspectos de su sociedad puesto que, al pasar a ser la nación dominante, también debían convertirse en la más sofisticada. Una de estas mejoras fue la de llevar agua a la ciudad en crecimiento. Notablemente y sin influencia de otras culturas, los mexica construyeron algo que pocos imperios del mundo dominarían: el acueducto.
El acueducto de Tenochtitlan tenía dos canales, cada uno de 1.20 metros de alto por un metro de ancho. Uno se mantenía limpio, mientras el otro se mantenía con flujo continuo de agua, y de esta forma jamás sufrían problemas de abastecimiento. Recorría cinco km desde tierra firme hasta el centro de la ciudad, donde llegaba a fuentes públicas para que la población pudiera aprovecharla, sirviéndose en grandes cántaros de agua entre sus calles, y repartiéndose en canas a través de sus canales.
Nezahualcóyotl construyó, en el cerro del Tetzcotzinco, un fantástico palacio de recreo, alrededor del cual había un jardín botánico con todas las flores exóticas del mundo conocido. Pero hoy voy a hablarte del baño del rey poeta, uno de los más impresionantes de América.
Lo alimentaba un sofisticado acueducto que también llevaba agua corriente a los terrenos de su palacio. Nezahualcóyotl mandó traer el agua desde las montañas nevadas hasta su baño, pasando por los cerros de su palacio, sólo para regar sus flores. Para ello, ordenó llenar un profundo barranco que había entre Tetzcotzinco y el siguiente cerro.
Cuando el agua llegaba al primero de ellos, se almacenaba en pequeños remansos construidos para controlar la velocidad del flujo, antes de que llegara al acueducto. Tras cruzarlo, el agua corría por un circuito alrededor del cerro de Tetzcotzinco, desbordándose por los laterales en cascadas para regar los jardines. Luego, acababa en una piscina de roca tallada perfectamente redonda llamada el baño de Nezahualcóyotl.
Desde allí, el rey podía observar sus dominios en Texcoco y su jardín botánico regado con su acueducto. No cabe duda que era la bañera para un gran emperador.