Aunque los argentinos no tengamos un ramillete de insultos tan variado ni colorido como los de otras culturas, sí tenemos unos improperios bien rotundos y agraviantes de los que nos sentimos muy orgullosos. Soy de los que creen que una palabrota (hablando de eufemismos, ahí tienen uno, ¡palabrota!) utilizada en el contexto adecuado vale más que mil palabritas pronunciadas tibiamente. Pero aún así, hay veces (pocas) en las que una prefiere tragarse amargamente la palabrota antes de decirla delante de la persona equivocada que, en mi caso, son siempre (¿únicamente?) los dulces e inocentes niños.
11 eufemismos que usamos los argentinos para no blasfemar delante de los chicos
Miércoles
Se utiliza sólo en las mejores familias para evitar decir mierda. ¡A la miércoles! exclama sorpresa y ¡Qué día de miércoles! da cuenta de una jornada en la que solo ocurrieron cosas… de mierda. Sin embargo, el poder sanador de un ¡mierrrrrrda! nacido de lo más profundo de las entrañas y dicho con voz firme e iracunda no podrá ser ninguneado jamás (y eso es algo que los niños deberían aprender desde la cuna). Miren si no qué bien lo dice nuestra Chiquita en su famosísimo mantra titulado “¡Carajo, mierda!”.
Carancho
Pobre pajarito, convertido en un tibio reemplazante de carajo… término del carajo, si los hay. Posibles sinónimos: corno, comino, soto.
Cacharse
Significa hacerse encima (opción dos) y tiene mil variantes: Me cacho en vos, se cacha en todo y el ultra blasfemo y terminal Me cacho en dié (Me cago en Dios y en la Santísima Iglesia… ¡ay, no, me da miedo continuar!).
Bolas tristes
Aunque esta palabra nuestra tan famosa ya no necesite de eufemismos, ¿hay alguna imagen más poética para definir al boludo?
¡La pucha!
Aunque un ¡la puta! bien dicho vale salirse del protocolo, ¿no? Especialmente si uno está chocho de la vida, bailando alocadamente en los acantilados patagónicos, como le pasó a nuestro querido Héctor en “Caballos salvajes”.
Hijo de fruta
Uno de los peores insultos argentinos versión light sería, entonces, “¡Me cacho en vos, hijo de la gran fruta!”. Aunque también vale que los que nacieron del 80 para abajo digan “hijo de la gran siete” (si alguno sabe de dónde viene esta expresión insólita, por favor me lo cuenta en los comentarios).
¡Las petunias!
Los argentinos tenemos una forma de negación rotunda: “¿Viejo yo? ¡Las pelotas!”. Suele ir con un gesto bien explícito en el que hacemos de cuenta que estamos agarrando… bueno, ustedes se imaginarán qué. Además de ser unas flores bonitas, delicadas y coloridas, las petunias argentinas son también las que tienen la última palabra en cualquier discusión.
La conferencia
Los argentinos somos de enviarnos a pasear unos a otros, ya que solemos estresarnos en demasía y sabemos que los viajes nos regalan ese respiro tan necesario. Nos mandamos a freír churros (muy fino), a la miércoles y a la con… ferencia de la lora. A veces queremos a nuestro interlocutor tan lejos que le compramos un pasaje aéreo hasta la re-conferencia de la lora…
Pepe
Los argentinos nunca estamos sin hacer nada, disfrutando de un merecido rato de ocio… No, los argentinos estamos al pedo. Al pepe, para los amigos.
Pajerto
¡Qué palabra tan fea! No sé cuándo se está más enojado, si cuando se dice ésta o la original…
Paparulo
¿Paparulo yo? ¡Las petunias! Más paparulo serás vos. ¡Y chau pinela!