¿Has usado couchsurfing alguna vez cuando viajas? Se trata de que otro viajero te permita dormir en su casa –sofá, pedacito de suelo, terraza, anexo, cocina o una cama en el mejor de los casos– sin costo alguno, y tendrás la oportunidad de conversar, aprender e intercambiar culturalmente con quien te hospeda. Así que no tan solo tiene que ser visto como “dormir gratis”, sino como una manera de crecer y vivir nuevas experiencias mientras viajas.
Bien. Para poder hacer couchsurfing tienes que revisar el perfil de tus posibles anfitriones, las referencias que les dejan otros que ya han pasado por ahí, ver fotos y husmear bien, porque uno no va a ir a quedarse con cualquiera. Además, probablemente quienes te alojan también revisarán tu perfil con lupa para asegurarse de que eres quien dices ser.
El tema es que, a veces, aunque revises muy bien y pareciera que estás eligiendo al host ideal, no todo es como se pinta, a pesar de los buenos comentarios. De ahí que me hayan sucedido algunas cosas locas como estas mientras viajaba por Europa: