La “Convención para la salvaguardia del Patrimonio cultural inmaterial” de la UNESCO (2003) tiene como fin salvaguardar y reconocer todas las representaciones culturales transmitidas de generación en generación, y que infundan a las comunidades y a los grupos un sentimiento de identidad y de continuidad. México tiene siete expresiones culturales reconocidas por este organismo internacional, lo que lo ubica -junto con Colombia- como uno de los dos países latinoamericanos con más manifestaciones reconocidas. Es que México está lleno de tesoros, ¡y la UNESCO lo sabe!
Las 7 expresiones culturales mexicanas que son Patrimonio Inmaterial de la Humanidad
1. El mariachi.
De ahora en más, cuando celebres alguna ocasión especial al son de “El Rey”, el “Cielito Lindo” o de “Las Golondrinas”, recuerda que los mariachis que nos traen tanta alegría a los mexicanos son patrimonio de toda la humanidad.
2. La pirekua, canto tradicional de los p’urhépechas, Michoacán.
La pirekua es un canto tradicional de las comunidades indígenas p’urhépechas, y es un instrumento de diálogo entre las familias y las comunidades que la practican. Los cantantes, llamados pirériechas, cumplen también la función de mediadores sociales, al utilizar las canciones para expresar sentimientos y comunicar acontecimientos importantes. En este vídeo puedes apreciar bien este canto milenario.
3. Nuestra cocina tradicional.
Mole, chiles en nogada, cochinita pibil, tamales… ¿ya se te hizo agua la boca? Nuestra rica comidita, cuya elaboración es todo un arte y que está cargada de simbología, es apreciada en todo el mundo y es motivo suficiente para que nos visiten millones de viajeros por año. Termina de leer el artículo ¡y vete por unos deliciosos antojitos!
4. Las celebraciones indígenas del Día de Muertos.
El altar de muertos está decorado con veladoras, incienso, maíz y papel. Un camino de cempasúchil guía a nuestros seres queridos que han muerto en su regreso al hogar. Los recibimos con la música, la comida y la bebida que les gustaba en vida porque, aunque ya no estén con nosotros físicamente, su espíritu nunca nos abandona. El 1ro y el 2 de noviembre los cementerios de iluminan para honrar a nuestros difuntos. El país entero sale a las calles para celebrar el Día de Muertos, en la festividad más importante de México, puesto que celebra a lo largo y a lo ancho del país, cada lugar con sus diferentes tradiciones, todas muy ricas y todas con raíces que se remontan a tiempos prehispánicos, simbolizando la fusión entre la cultura europea y la cultura nativa.
5. La ceremonia ritual de los Voladores.
En este ritual, ejecutado por diversos grupos étnicos, pero principalmente por los totonacas de Veracruz, cuatro hombres trepan por un poste que mide entre 18 y 40 metros de alto y un quinto, llamado caporal, se ubica en el centro y es quien coordina la ceremonia. Luego de tocar música y de realizar otros rituales, los cuatro hombres se arrojan al vacío tomados de cuerdas, imitando el vuelo de los pájaros. El origen de esta tradición tiene que ver con la fertilidad y con las cosechas. Dice la leyenda totonaca que los dioses les dijeron a los hombres: “Bailen, que nosotros los observamos”. ¡Verlo en vivo es una experiencia única!
6. Las tradiciones vivas de los otomí-chichimecas de Tolimán
El pueblo otomí-chichimeca, asentado en la zona semidesértica del Estado de Querétaro, en el centro de México, ha conservado un conjunto de tradiciones que son testimonio de su relación excepcional con la topografía y el medio ambiente. A lo largo de todo el año tienen lugar todo tipo de festividades comunitarias relacionadas con rituales para honrar al agua, escasa en su tierra de clima seco. El vínculo entre la cultura espiritual y el espacio físico ejerce una influencia en el arte de la región –en particular en las imágenes religiosas, las pinturas murales, las danzas y la música– y las costumbres que encarnan ese vínculo son componentes esenciales de la identidad cultural de la comunidad.
7. Los parachicos, en la fiesta tradicional de enero de Chiapa de Corzo
La Fiesta Grande de Chiapa de Corzo se lleva a cabo entre el 4 y el 23 de enero, en honor a Nuestro Señor de Esquipulas y a dos santos, San Antonio Abad y San Sebastián. Las danzas de los parachicos –término con el que se designa a la vez a los bailarines y al tipo de baile que ejecutan– se consideran una ofrenda colectiva a los santos. Ataviados con máscaras de madera esculpidas, cuya elaboración artesanal se transmite de generación en generación, y vestidos con sarapes, chales bordados y cintas de colores, los bailarines van tocando unas sonajas de hojalata llamadas “chinchines”. Un dato curioso es que la danza se transmite y se aprende al mismo tiempo que se ejecuta, ya que los niños que participan en ella imitan los movimientos de los adultos.