Primero fue la luz, luego el sonido, después la vida… El universo entero se fusionó en un rayo de luz, que mientras viajaba por el aire creo el trueno que cayó en la tierra irrumpiendo hasta lo más profundo de sus entrañas. Del interior de Xoxafi, “trueno que cae”, según la cosmogonía Ñhañhú, surgió el ser primigenio: el Otomí.
Hace 250 millones de años un elemento más, el agua, comenzó a filtrarse por la tierra caliza hasta labrar un complejo sistema de túneles, estalactitas y columnas único en el mundo.