El último 25 de marzo Andrés Manuel López Obrador, presidente de México, recordó —en vísperas de los 500 años de la llegada de los españoles a nuestro territorio—, que aquel choque cultural no fue un trámite que se dio en paz y sin daños, sino que, por el contrario, fue un capítulo en la historia escrito con sangre y fuego.
Recordarlo para los mexicanos es tan necesario como lo es para los estadounidenses recordar a sus padres fundadores, o para los españoles su herencia árabe, así que en una fecha tan importante —a 500 años del encuentro de dos mundos—, no está de más recapitular el cómo llegamos a este punto.