El templo de los nichos vacíos
A un costado de la Torre Latinoamericana, en el número siete de la calle de Madero, se encuentra la Iglesia de San Francisco. Este templo formó parte del Convento de San Francisco, la sede de la Orden Franciscana en México desde 1525 y la construcción monástica más importante de la Nueva España. La Capilla de Balvanera —construida en el siglo XVIII— es tal vez la parte más reconocible del complejo, con su fachada barroca de cantera que… ¿no tiene ni una sola imagen?
Las diferencias en la coloración de la portada y las huellas del intemperismo son indicadores de que sus nichos estuvieron ocupados en algún momento. Efectivamente, ese fue el caso hasta los últimos meses de 1869.
Las Leyes de Reforma provocaron gran agitación en el ambiente religioso nacional y esto no fue desaprovechado por la iglesia episcopal anglicana, que ya llevaba algunas décadas queriendo instaurarse en México. Henry C. Miller, un pastor episcopal de origen chileno, llegó a la Ciudad de México a mediados de 1869 y con ayuda de Matías Romero —entonces secretario de hacienda— y aprovechando la novedad de la libertad de culto, se hizo del edificio católico más antiguo de la ciudad por unos cuantos pesos. Una de las decisiones más controvertidas del primer obispo episcopal del Valle de México fue deshacerse de todas las imágenes católicas que adornaban su nuevo recinto.