Los lugares abandonados tienen un magnetismo asociado al misterio que emanan y a un cierto aire de nostalgia. Tal es el caso de los pueblos fantasma que podemos encontrar en diferentes partes de México. A pesar de los años de abandono, las paredes de estos sitios aún nos cuentan historias de sus antiguos habitantes, de las casas a las que dieron vida y de las campanadas que hacían eco en sus plazas. Descubre cómo era la vida en estos pueblos antes de que quedaran en silencio.
1. San Juan Parangaricutiro, Michoacán
Como era su costumbre, Dionisio Pulido, campesino de oficio, se encontraba labrando sus parcelas cuando la tierra comenzó a crujir bajo sus pies. Las entrañas de los maizales se agitaban y de inmediato se abrió una grieta que comenzó a exhalar gases y ceniza. Ante este desconcierto, don Dionisio acudió de inmediato a avisar a las autoridades municipales de Parangaricutiro. Al poco tiempo, las campanas de la iglesia resonaron por última vez. El pueblo debía ser evacuado. Un nuevo volcán había nacido, el Paricutín.
Durante las primeras veinticuatro horas, el volcán más joven de México alcanzó los treinta metros, al tercer día sesenta, y después de un mes se elevaba a casi 150 metros. Hoy en día, el pico de este volcán mide 424 metros de altura.
La lava del volcán sepultó al pequeño Parangaricutiro, del que aún sobrevive parte del campanario recordándonos lo impredecible que puede ser la naturaleza.
2. Real de Catorce y San José de Coronados, San Luis Potosí
A partir de 1779, la fiebre de la plata hacía del altiplano potosino una de las zonas más codiciadas por cazatesoros ingleses, alemanes y franceses. Ello dio pie al nacimiento de Real de Catorce, uno de los pueblos mineros más prósperos de la época junto con el vecino, San José de Coronados. La bonanza de Real de Catorce fue tal, que se dice que el tenor italiano Enrico Caruso llegó a cantar en el desaparecido teatro local en sus primeros años de carrera, aunque no hay certeza de ello.
Cuando terminó la fiebre de la plata, Real de Catorce fue abandonado. Las antiguas mansiones del pueblo cedieron ante el paso del tiempo; sus muros quedaron derruidos, algunos techos colapsados y las salas convertidas en jardines de cactáceas silvestres.
Con la creación de la denominación de Pueblos Mágicos, Real de Catorce recobró la vitalidad. Ahora es un conocido destino turístico; sin embargo, a un par de kilómetros, todavía puede sentirse la atmósfera de un pueblo fantasma en San José de Coronados, un pequeño poblado que a diferencia de Real de Catorce, nunca se recuperó del abandono.
3. Mineral de Pozos, Guanajuato
Rodeado de paisajes semidesérticos, Mineral de Pozos tuvo una suerte muy parecida a Real de Catorce. Durante la época de la colonia, el pueblo fue uno de los productores más importantes de metales en la región; sin embargo, a principios del siglo XVI, los colonizadores se vieron forzados a abandonarlo por los continuos asedios de las tribus chichimecas que aún se resistían a la colonización.
Después de la independencia de México, Mineral de Pozos recobró el brío minero, pero fue abandonado nuevamente cuando inició la revolución, tanto por las tensiones de la guerra, como por una inundación que resultó devastadora para las minas.
Mineral de Pozos fue un pueblo fantasma durante casi un siglo hasta que los descendientes de los antiguos pobladores volvieron para reactivar la economía del lugar que ahora es un importante imán turístico. Los recuerdos de la bonanza minera y de su periodo como pueblo fantasma aún se pueden sentir en las minas que hay alrededor del pueblo. Algunas pueden visitarse con guías de la zona.
4. Ojuela, Durango
Famoso por sus minas de plata, oro, manganeso y zinc, Ojuela llegó a ser uno de los centros mineros más importantes de México durante los años de la colonia española. La producción minera continuó hasta mediados del siglo XX, cuando tuvo que ser cancelada por una inundación.
La población abandonó el pueblo en busca de nuevos lugares para subsistir y así, poco a poco, las inclemencias del tiempo fueron dejando en ruinas el lugar. Hoy en día, los turistas que llegan a Ojuela lo hacen atraídos por su enorme puente colgante suspendido a 95 metros de altura, con una extensión de 318 metros. Dicho puente inspiró el diseño del famoso Golden Gate de San Francisco.
Alrededor de Ojuela se pueden apreciar asombrosos escenarios enmarcados por el bolsón de Mapimí y su misteriosa Zona del Silencio.
5. Cerro de San Pedro, San Luis Potosí
Podría decirse que la capital potosina nació en este viejo pueblo minero rico en oro y plata. De hecho, la palabra Potosí está inspirada en las minas bolivianas de plata del mismo nombre, las cuales se comparaban en riqueza con las halladas en esta zona.
El pueblo minero de San Pedro fue productivo desde la época de la colonia y así continuó hasta 1948, cuando una huelga marcó el cierre de la mina. Antes de marcharse, la empresa responsable de la explotación decidió dinamitar los tiros y cañones de la mina. Después de este suceso el pueblo quedó en el abandono hasta que recobró habitantes y visitantes como sitio turístico.
¿Cuántos de estos lugares has visitado? ¿Conoces algunos otros? Cuéntanos de ellos.