1. Lo hacemos todo tarde (menos desayunar)
Qué le vamos a hacer, vivimos al límite. Nos levantamos —si trabajamos o estudiamos— a la misma hora que el resto del mundo y desayunamos, pero después no comemos hasta las 2 o las 3 y no cenamos hasta las 9 o las 10. Mientras los extranjeros intentan adaptarse muriéndose de hambre, nosotros paramos para el café de media mañana, el aperitivo, el café de después de comer y la merienda. Por supuesto, acostarse antes de medianoche es de débiles, aunque haya que amanecer a las 6. Y salir de fiesta antes de las 2 de la mañana solo apto para quien no quiere compartir la pista de baile con nadie (y tampoco quiere público).