1. Con el jesús en la boca.
La preocupación es uno de esos estados en los que más nos acordamos de la religión, momentos en los que hasta los más ateos deciden mentar a todo santo y profeta en el que sean capaces de pensar, aunque solo sea para curarse en salud. Andan con el jesús en la boca, nerviosos y preocupados, sin descanso.
2. Ojos que no ven, corazón que no siente.
Así son las cosas siempre y cuando no nos cuenten historias y dejemos volar libre la imaginación, en cuyo caso sentimos mucho más que si estuviésemos viendo que en realidad no pasa nada.