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Los 10 rincones de la ciudad de Panamá con nombres más peculiares (y sus historias)

Panamá
by Natalie Jurado 4 May 2018

La mayoría de las calles de la ciudad de Panamá tienen nombre de números, añadiendo Sur si desembocaban hacia el mar, o Norte si lo hacen hacia el otro lado. Algunas cambiaron los fríos pero funcionales números por nombres de países o por los de próceres y personajes ilustres de nuestra historia, pero unas pocas, bien por leyendas fantasmagóricas, historias cotidianas o acontecimientos históricos, se acompañan de nombres, si bien no oficiales, un tanto peculiares que merecen nuestra consideración. Aquí algunos ejemplos:

1. Tumba Muerto


Oficialmente esta calle se llama Vía Ricardo J. Alfaro, pero casi nadie la llama así. Es una de las arterias vehiculares más importantes de la ciudad y va desde el Puente de la Cervecería hasta la Vía Tocumen. Cuenta la leyenda que en sus inicios esta era una zona de potreros, donde la gente vivía de la ganadería y de la venta de leche. El propietario de uno de los potreros, Don José, empezó a quejarse porque las entregas de leche se estaban haciendo con retraso. Al indagar a los peones al respecto, estos le dijeron que todas las noches, al pasar por cierta zona, se encontraban con un «muerto con una soga al cuello, colgado de un árbol», situación que, de más está decir, los asustaba hasta los huesos. Don José, que de tonto no tenía ni un pelo, se dio cuenta de que el dichoso muerto no era más que una persona que se ataba a un árbol con una soga larga y que esperaba a que los transeúntes saliesen despavoridos al verlo, tirando al suelo cuanto llevasen en las manos, para recolectar su botín. No sé cómo habrán terminado las cosas para este individuo, pero lo cierto es que su estrategia de hurto tan particular trascendió hasta nuestros días dándole el nombre de Tumba Muerto a esta importante vía.

2. Salsipuedes

Esta calle de peculiar nombre comienza en la Avenida Central y termina frente al antiguo mercado público. Fue cerrada al tránsito vehicular muchos años atrás y en lugar de permanecer como una simple calle peatonal, fue acogiendo más y más y más quioscos de comerciantes, hasta que entre vendedores, puestos y viandantes, salir de allí era prácticamente una misión imposible. Recuerdo que era el sitio clásico para buscar accesorios y prendas típicas, mis zapatos de pollera siempre los conseguía allí, joyas, tembleques, camisillas, montunos, allí había de todo y más… velas para el amor o para curar el mal de ojo, imágenes religiosas, todo tipo de «protecciones».

Siempre pensé que su nombre venía de esa efervescencia continua, de esa ebullición, pero resulta que nació mucho antes. Se cuenta que tras la decadencia de la ruta del oro, esta calle se encontraba en una de las partes más empobrecidas de la nueva ciudad. De día sus comercios, el bullicio, la gente, le daban un aspecto de feria, pero al caer la noche, se convertía en cueva de ladrones y contrabandistas, en antros de juego y perdición, en burdeles de mala muerte, de allí que se le empezó a llamar Salsipuedes a manera de advertencia, haciendo referencia al peligro de la zona y a que si lograbas entrar, tal vez no saldrías de allí, o al menos no en una pieza.

3. La bajada del Ñopo

Ubicada en la pendiente entre la Avenida B y el antiguo mercado público, esta calle obtiene su nombre debido a un personaje no de alcurnia, pero sí memorable, alto, desaseado, de apariencia miserable y de mal carácter, español de origen y, por supuesto, rubio, ya que en otra época a las personas de cabello amarillo se les llamaba ñopo aquí en Panamá.

Obviamente, este no fue nunca su nombre oficial, pero los vecinos del área, acabaron por llamarla así para distinguirla de su vecina Salsipuedes y homenajear a Don José López, propietario del único negocio de la calle, una abarrotería «donde se vendía de todo». Lo que hacía realmente célebre a Don José era que acostumbraba a bañarse y cambiarse de ropa solo en dos ocasiones al año, el primero de enero y el primero de julio. La curiosidad que despertaban estos acontecimientos hacía que durante esas fechas la abarrotería del ñopo aumentase su volumen de ventas, al atraer a tantos curiosos que buscaban ver la nueva apariencia de Don José López.

4. La Transístmica

Si bien esta avenida se llama oficialmente Simón Bolívar, cotidianamente todos la llamamos vía Transístmica. Su nombre se debe a que atraviesa el istmo de norte a sur, y es una de las tres arterias vehiculares principales de la ciudad de Panamá.

Sobre ella se encuentra el kilómetro cero de las carreteras de Panamá, un sitio lastimosamente poco conocido y abandonado por los panameños.

5. Avenida/Paseo de los Poetas

[Amar hoy y aborrecer mañana…] #PaseoDeLosPoetas 💕

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Esta calle que pasó por un gran remozamiento con la construcción de la Cinta Costera 3, debe su nombre a los 32 monolitos con placas de bronce que originalmente la custodiaban y donde destacaban versos de 32 poetas panameños, entre los que podemos mencionar a Gaspar Octavio Hernández, Ricardo Miró, Amelia Denis de Icaza y por supuesto al autor de nuestro himno nacional, Don Jerónimo Ossa.

Hoy en día los versos de nuestros poetas ya no reposan en placas de bronce sobre monolitos, ahora están en bajo relieve, tallados sobre inmensos bloques de hormigón.

6. Avenida de los Mártires


Esta avenida, antiguamente conocida como 4 de julio en la época de la Zona del Canal, cambió su nombre a Avenida de los Mártires tras los sucesos del 9 de enero de 1964 para recordar a aquellos que dieron su vida para conseguir que los norteamericanos izasen la bandera panameña dentro de la Zona. Poco después, y gracias al movimiento que empezaron estos héroes, se da la firma de los tratados Torrijos-Carter, hecho que marca el inicio de la recuperación de la soberanía panameña.

Una gran cerca de alambre de ciclón recorría toda esta calle marcando la división entre la Zona y la ciudad de Panamá…

7. Parque de los aburridos

Este pequeño parque ubicado en el barrio de El Chorrillo es un viejo conocido de los birriosos del dominó. Aquí se reúnen decenas de panameños, principalmente de la tercera edad, que llevan años viniendo a este espacio a perfeccionar su juego, a entretenerse, a distraerse.

Realmente no sé por qué lo llaman «de los aburridos», porque las partidas que aquí se dan no son aptas para principiantes. Aquí se juega dominó del más alto nivel, de hecho muchos lo llaman «el templo del dominó en Panamá». Según dicen, cualquier jugador habilidoso puede probar suerte si espera pacientemente a que le llegue el turno. Eso sí, más le vale ser bueno de verdad porque «si se duerme, le echan cuento» y se ganará las risas de más de un veterano.

8. Calle de los Ahuevados

Para honrar al fundador de cuerpo de bomberos, Juan Guizado, se bautizó a una calle con su nombre en el barrio de Perejil. Pero resulta que, con el pasar de los años, a este nombre se sumó uno mucho más pintoresco, el de calle de los Ahuevados, debido a los constantes robos que durante la década de 1990 vivían por vecinos del área.

9. Plaza 5 de mayo


Esta céntrica y concurrida plaza de la capital nació para conmemorar un hecho conocido como la tragedia de El Polvorín. Resulta que el 5 de mayo de 1914, el edificio conocido como El Polvorín, un depósito lleno de municiones, pólvora y demás cargamento explosivo estalló en llamas en horas de la madrugada. El primer grupo del cuerpo de bomberos que se acercó para sofocar el incendio lastimosamente perdió la batalla frente a la furia de las llamas. Se necesitaron muchos refuerzos y 12 carros de bomberos para acabar con el infierno desatado.

Dos años después, para honrar a los caídos de la tragedia de El Polvorín y la labor del benemérito cuerpo de bomberos, el presidente Belisario Porras inauguró la Plaza 5 de mayo.

10. Paseo de las Bóvedas

Su nombre oficial es Paseo Esteban Huertas, en honor al general colombiano que jugó un papel decisivo en nuestro movimiento separatista, pero realmente nadie lo llama así. Mejor conocido como Paseo de las Bóvedas, de los enamorados o de las veraneras por el jardín colgante que cubre su sección inicial, es el favorito de muchos para disfrutar de la brisa del mar, de las vistas de la bahía, del Cerro Ancón y de nuestro maravilloso skyline y, por supuesto, una visita obligada para los turistas.

Termina en una maravillosa escalera que da acceso a la Plaza de Francia.