1. Gula
Bueno, bueno, tampoco hay que exagerar. Vale que nuestro verano gira en torno a las fiestas gastronómicas, que los domingos en la aldea o las comidas familiares son sinónimo de empacho y que la gente de fuera que viene a una boda en Galicia al ver el menú cree que todos esos platos son distintas opciones entre las que se puede elegir (ay, coitadiños). Pero ¿de verdad hay que hablar de gula? ¡Si fuésemos tan comilones nunca sobraría comida! Y tan seguro como el empacho es que siempre, siempre sobra. No cocinar para el doble de los comensales esperados es arriesgarse a que alguien se quede con hambre y eso sí que sería un pecado capital.