1. La queimada
Si vas a beber, tómatelo en serio. O, por lo menos, que parezca que tu objetivo es otro que la simple borrachera. Rodéalo todo de un ritual especial para que nadie se fije en que al final estás bebiendo aguardiente un poco a saco (sí, sí, algo especiada y tras el flambeado, pero aguardiente sola al fin y al cabo). Qué sé yo, sácate de la manga un conjuro que puedas recitar con solemnidad mientras revuelves la marmita sobre el fuego cual meiga en pleno aquelarre. Aunque también es cierto que tampoco tenemos mucho problema en beber aguardiente sin ninguno de estos extras, todo sea dicho.