A no clasificar para un mundial de fútbol. Eso sería algo así como el principio de la extinción de la raza argenta.
A jugar la final con Alemania. Por algún oscuro designio, posiblemente orquestado en Frankfurt, cada vez que jugamos una final del mundo con Alemania, perdemos por un gol.
A que Messi se equivoque al patear un tiro libre, porque eso podría significar que los argentinos no somos perfectos.
A la princesita Karina despechada, y a Mirtha Legrand interpelando al Polaco.
A que Mirtha Legrand se muera, porque, aunque a veces no la soportamos viva, su muerte nos demostraría que el resto de nosotros también podemos morir.
Al fantasma de Julio Grondona. Le temíamos en vida, imaginate ahora.
A la factura del gas. Desde que levantaron los subsidios, no sabemos cómo enfrentar la ola polar. Aumentó la actividad sexual per cápita y el consumo de pornografía en los grupos de whatsapp. Es más barato calentarse por chat que con la estufa.
Los argentinos le tememos a un político que no robe, porque eso nos haría sentir obligados a ser honestos.
A Giselle Rímolo ejerciendo la medicina. A Iliana Calabró cantando, o eligiendo marido.
A Vicky Xipolitakis subiendo a un avión, o a un colectivo, o caminando por la calle, o tejiendo al crochet. Si vas en un avión y sube Vicky, tocate el pecho izquierdo si sos mujer, y el testículo izquierdo si sos hombre.
A atragantarnos con saliva, vendrá un disgusto seguro. O levantarnos con el pie izquierdo, ese día no tendrá un final feliz. Romper un espejo, cruzarse con un gato negro, derramar la sal o pasarse el salero de mano en mano, porque con esa persona te vas a pelear. Estas cosas son de creer o reventar.
A sentarnos en una mesa de 13 personas, alguno morirá. A casarnos un martes 13. Y a casarnos, en general.
A que se te vuelque el mate, eso indicaría una posible infidelidad de tu novi@. Buscal@ en Tinder y verás.
Y hablando de buitres, le tenemos miedo a los fondos buitres. No sabemos bien quiénes son, ni por qué les debemos, pero parece que se están cobrando con la factura del gas.
Los argentinos le tenemos miedo a los allanamientos, ya no zafan ni las carmelitas descalzas. Se me acerca un policía por la calle y automáticamente respondo: yo no fui, yo no tengo nada que ver, eso me lo pusieron.
A ir al supermercado. Cada nueva visita al chino, puede provocar una mutilación de nuestras tarjetas de crédito o de nuestras partes íntimas, porque seguro al llegar a la caja te vas a querer cortar los hue…
A que suba el dólar. Hacemos un seguimiento diario, casi paranoico, del precio del dólar. Nos preocupa tanto o más que subir de peso.
A que nos vaya bien en el juego, porque nos estaría yendo mal en el amor.
A la cara de Sarmiento, el alumno ejemplar; a los falcon verdes, a los viejos verdes, al Padre Grassi, al chupacabras, a la palabra “corralito” y también a la necesidad.
A mezclar la sandía con vino tinto. Alto cóctel mortífero, si los hay.