VER. Y, al ver, verlo todo. ¿Podemos pensar el arte por fuera de su contexto? ¿Ver solamente lo que está dentro del marco, de los bordes de una escultura, de las palabras de un libro, de las paredes de un mural? Imposible. Por mucho que queramos centrarnos en la obra, no podemos aislarla del contexto en el cual fue creada, de la subjetividad del artista y de la realidad social en la que estaba inmerso al momento de hacerla.

¿Cómo podría el arte urbano ser una excepción a esto? Si está ahí, en esa pared de esa calle de esa ciudad de ese país. De ese mundo.

El East End de Londres ES arte callejero. Es sus stencils, sus graffitis, sus murales. Con sus contradicciones y sus adaptaciones. Cada obra encarna distintos aspectos de la ciudad al mismo tiempo: su carácter resistente y comercial, efímero e institucional, local y global.

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El Este de Londres es usualmente caracterizado como “la otra cara” de la ciudad, el espacio donde la Londres de los estereotipos y del Buckingham Palace se desacartona y se transforma en un destino vibrante y creativo.

El típico soldado británico, firme e inmutable, pierde las estructuras. La obra del argentino Martín Ron pone “patas para arriba” todas esas representaciones. Encarna ese exceso imposible de contener por la versión de Londres "ordenada". En el East End, como en la vida, el traje se revolea.

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Lo multicultural: Una obra belga de un símbolo bangladesí pintada en una ciudad inglesa.

Eso es el East End. Lo multicultural se expresa en el arte urbano del mismo modo en que se expresa en sus calles, donde conviven comunidades de distinto origen como producto de las fuertes oleadas migratorias y del turismo que atrae la zona. Esta obra del artista belga Roa pretendía ser originalmente un avestruz. Sin embargo, Roa cambió el diseño cuando la obra todavía estaba en proceso luego de que la comunidad bangladesí de la zona le preguntara si se trataba de una grulla, un animal sagrado en su cultura. A pesar de haber sido cubierto en algún momento con un banner malintencionado que decía “capital del curry”, esta obra es hoy uno de los símbolos más reconocidos de la zona.

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¿Sumisión o resistencia? El arte urbano londinense es un espacio, como todo, de disputa.

El Che Guevara puede aparecer en Fashion Street, y los mayores exponentes de ese arte asociado a la crítica social y política, trabajar para empresas multinacionales y el presidente de una potencia. Si el arte callejero suele estar asociado a una expresión antisistema que interviene el espacio público para cuestionar la realidad, lo cierto es que hay artistas más institucionalmente aceptados que otros -lo quieran o no-.

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Entre esas disputas, Banksy y Shephard Fairey, críticos del “sistema” y criticados también.

Las obras de Banksy gozan del privilegio de aceptación y son protegidas. Al mismo tiempo, Banksy es criticado por otros artistas del rubro por promover un mensaje anticapitalista cuando simultáneamente trabaja para empresas como Puma o MTV. Shephard Fairey, por su parte, es blanco de críticas similares: realizó el famoso poster de Barack Obama con la leyenda “Hope”, que fue utilizado por el actual presidente de Estados Unidos durante su campaña. Leyenda (de izquierda a derecha): “Te haré famoso”, “Todos somos indeseables”, “Yo quiero ser como Banksy”.

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“No necesitamos que controlen nuestro pensamiento”

El arte pone en juego un papel contestario y comercial a la vez. En algún punto, lo que hace un Banksy es tomar esas herramientas del sistema y hacerlas trabajar en otro sentido… subversivo, cuestionador. Un filósofo, Michel De Certeau, lo llamó el “arte de hacer jugadas en el campo del otro”. ¿Esto se sostiene en el tiempo? Es imposible responder de una vez y para siempre.

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Las obras se superponen una tras otra, dejando restos de las anteriores y transformando las paredes en espacios de tensión...

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Si bien algunas obras quedan cristalizadas en las paredes, especialmente las de aquellos artistas que gozan de gran reconocimiento, la mayoría de ellas aparece y desaparece en términos de días, semanas o meses.

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Ubicados en los márgenes del centro financiero de uno de los mayores imperios del mundo, los barrios del East End fueron continuamente caracterizados por sus fábricas, la pobreza, la superpoblación y la inmigración.

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Hoy, en el barrio se está dando un proceso de “gentrificación”, es decir, aumentan los precios de las viviendas para provocar el desplazamiento de la población original por una de mayor nivel adquisitivo. Y se espera una “regeneración” barrial.

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“Espero que un día tengamos lo mejor, suficiente para nosotros, y luego repartamos el resto”.

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Vaya uno a saber qué significa "siempre nos quedará Londres"...

Probablemente algo distinto para cada uno que lo lee.

* Todas las fotografías pertenecen a la autora del artículo.