En México, se sabe, casi todo se puede conseguir en la calle. Muebles, hamacas, juguetes, una lectura de tarot, un concierto de mariachis y comida, claro, toda la comida que se te ocurra. En nuestro primer viaje a México yo no estaba dispuesta a probar la comida callejera, pero mis hijos me demostraron que son mucho mejores viajeros que yo: “Mami, ¡todos comen comida en los puestitos! Tenemos que hacer lo que hace la gente de acá”. Y así fue como estos tres güeritos argentino-estadounidenses empezamos a probar de a poco la comida de los puestitos. Aquí les comparto una lista de nuestros favoritos y a los alarmistas les cuento que, después de casi diez meses de viajar por México, no nos enfermamos ni una sola vez.
Por qué mis hijos tienen la culpa de que me encante la comida callejera mexicana
Las frutas fueron el snack elegido por mi hijo para empezar el día en Chapultepec, antes de entrar al Museo Nacional de Antropología. Comida fresca, colorida y super saludable.
Estos son, sin dudas, los favoritos de mis hijos: Los señores elotes y sus primos…
¡Los esquites! Eso sí, del chile pasamos por ahora, tal vez en unos añitos estemos listos para el picante ;)
¡Hay caras que lo dicen todo! Los tamales y la felicidad, sin dudas, van de la mano.
Los dulces típicos, como esta oblea, endulzaron nuestro paseo por Puebla.
Paletas, paletas y más paletas. De coco, de mango cubiertas con chocolate, de piña, de fresa… Nos gustan todas, menos las de Coca Cola, qué horror.
Comemos tortas para el almuerzo…
Y para la cena elegimos a nuestros grandes consentidos, los tacos al pastor.
Esa noche en San Miguel de Allende batí mi propio récord y comí cinco con todo… ¿Sabían que alcanzar el nirvana cuesta solo cincuenta pesitos más la propina?
Tacos varios durante el día, no vaya a ser que nos quedemos sin taco/energía.
Ah, y no nos olvidemos de los tacos en canasta, que se van a poner celosos si no los incluimos, pobrecitos.
Jugos.
Y licuados.
Y yo podría tomarme una michelada si quisiera, pero la verdad es que me sabe a sopa… así que mejor que se la tomen mis amigos.
Quesadillas (¡con queso, por favorrrrrr!).
¡Pambazos! Hasta el nombre suena a explosión de magia…
Jicaletas. Jícama cubierta de polvos mágicos dulces, salados y ácidos. ¿Se les ocurre algo mejor?
Las tostaditas son de lo más versátil que hay.
El pozole para cuando llueve.
Y luego del pozole, ¡churros!
Chapulines para cuando andábamos con ganas de algo saladito y crocante en el mercado de Oaxaca…
Y finalmente… Bueno, en realidad aún no probamos los chicharrones, porque me dan un poquito “de cosa” y nunca me animé a preguntar: ¿Qué son realmente los chicharrones?