Uno de los sucesos más extraños que tuvo lugar en Tenochtitlan, antes de la llegada de los españoles, es la aparición de unos increíblemente raros seres de dos cabezas que recorrían la ciudad por las noches. Más allá de por su aspecto, estas criaturas aterrorizaron a la población porque se sabía que su presencia era un presagio de que algo horrendo estaba por venir.
Algunos de ellos fueron capturados y presentados ante Moctezuma, pero se desvanecieron apenas se encontraron frente al líder. Esto nos cuenta el Dr. León Portilla en su libro “La visión de los vencidos”:
“… Muchas veces se aparecían y veían dos hombres unidos en un cuerpo, a quienes los naturales llamaban tlacantzolli. Y otras veían cuerpos, con dos cabezas procedentes de un solo cuerpo, los cuales eran llevados al palacio de la sala negra del gran Motecuhzoma, en donde llegando a ella desaparecían y se hacían invisibles todas estas señales y otras que, a los naturales, les pronosticaban su fin y acabamiento. Porque decían que había de venir el fin y que todo el mundo se había de acabar y consumir, y que habían de ser creadas otras nuevas gentes e venir otros nuevos habitantes del mundo. Y así andaban tan tristes y despavoridos que no sabían que juicio sobre esto habían de hacer sobre cosas tan raras, peregrinas, tan nuevas y nunca vistas ni oídas”.
Una profecía que no fue del todo falsa, pues la población nativa disminuyó y una nueva raza mestiza surgió entonces de la fusión de dos mundos y la gloria indígena vio su fin.
Sobre el origen de estas leyendas, bien podemos presumir que las visiones de los mexica fueron leyendas que circularon cada vez con mayor fuerza y que aquello que comenzó como un rumor terminó por convertirse en una verdad absoluta.
Otra razón puede ser la suma de un miedo colectivo que generalizó las visiones, y lo que pudo ser un simple objeto inanimado entre la neblina, llegó a ser reconocido como un monstruo de dos cabezas.
Sin embargo, sea cual sea la razón, hoy sabemos que el único augurio que sí podemos afirmar invadió los corazones de los habitantes de Tenochtitlan fue el miedo, un miedo al futuro, a lo desconocido que se manifestó ante los ojos de muchos, en muchas formas, como una especie de maldición.
A veces la realidad supera a la ficción y, en este caso, resulta muy aterradora. Esperemos no volver a ver la aparición de estos seres en la actualidad.