Nezahualcóyotl fue el rey filósofo y uno de los más grandes poetas de América. Nació en 1402, en Texcoco, y murió en 1472. Sus padres fueron Ixtlixócitl y Matlalcihuatzin, hija del señor de Tenochtitlán, Huitzilíhuitl. Recibió esmerada educación, tanto en el palacio paterno, como en el calmecac, o escuela de estudios superiores. De esta forma, pudo adentrarse en el conocimiento de las doctrinas y sabiduría heredadas por los toltecas. Aquí puedes leer más sobre su historia.
Debido a su alianza con México-Tenochtitlan y para mantener el lugar predominante que Texcoco ocupaba en el altiplano central, Nezahualcoyotl tuvo que involucrarse en numerosas guerras. A lo largo de su vida, participó directamente en 30 batallas y nunca fue vencido ni herido. Sometió a 44 reinos y, según su nieto y biógrafo Fernando de Alva Ixtlixochitl, mató por su propia mano a 12 tlatoanis, incluyendo al Tecpaneca Maxtla.
Pero, paradójicamente, Nezahualcoyotl no tenía un carácter soberbio ni belicoso, ni tampoco era sanguinario ni despiadado por naturaleza. Sin embargo, era intransigente y riguroso en cuanto al cumplimiento de las leyes y el orden. Por ejemplo, cuando uno de sus hijos desobedeció la ley, ordenó que fuera sometido a juicio. El jurado condenó al infractor a la pena de muerte. A pesar del profundo dolor que ello le causaba, el Tlatoani no trató de intervenir en sentido opuesto e hizo cumplir la sentencia.
Pero quizá el episodio más llamativo en la vida del texcocano es el que se refiere a su vida amorosa. No existe un registro preciso y certero de la vida íntima de Nezahualcoyotl, pero se presume que, hasta la edad madura, no había vivido un amor verdadero, a pesar de estar rodeado de una treintena de concubinas y de ser padre de más de un centenar de hijos e hijas. Esto le provocaba una gran tristeza, pues aún no había elegido a una esposa legítima que habría de darle un descendiente para el trono. La nobleza mexica, interesada en perpetuar su alianza con Texcoco, le enviaban nobles y bellas doncellas, pero él las rechazaba.
Sin embargo, una de ellas, proveniente de Coatlinchan, logró despertar su interés y lo cautivó con sus encantos. Como era aún muy pequeña para casarse con ella, la llevó al palacio de su hermano mayor para que este la cuidara y la instruyera con miras al futuro matrimonio. Pero la adversidad se impuso y cuando Nezahualcoyotl envió por ella, recibió la decepcionante noticia de que su propio sobrino, ignorante del destino que se le reservaba a la muchacha, ya la había tomado por esposa.
El frustrante enlace sumió a Nezahualcóyotl en la desdicha y para disiparla acostumbraba hacer largos paseos. En una ocasión llegó hasta el pueblo de Tepexpan, donde fue recibido por el gobernante Cuacuauhtzin. Éste, con el fin de honrar al distinguido visitante, preparó un banquete y ordenó que fuera atendido por una noble doncella mexica llamada Azcalxochitzin, con la que planeaba casarse cuando ella tuviera la edad adecuada.
Al ver a Azcalxochitzin, Nezahualcóyotl se enamoró inmediatamente de ella y olvidó todas sus tristezas. El señor de Texcoco sucumbió ante el deseo por la mujer ajena. Cegado por esta indigna pasión urdió una trampa para eliminar a su rival. Nombró general a Cuacuauhtzin y lo envió a la guerra donde seguramente moriría pues, por su edad, ya no poseía la agilidad y fuerza requeridas por los violentos combates.
Aunque el noble vasallo estaba consciente de su enmascarado y fatal destino, acató el injusto mandato. El plan se cumplió como Nezahualcóyotl lo había previsto. Una vez muerto Cuacuauhtzin, en el año 1444 de nuestro calendario, el Tlatoani de Texcoco contrajo nupcias con la bella Azcalxochitzin, descendiente de la nobleza mexica, quien sería la madre de Nezahualpilli, sucesor del reino de Texcoco de 1473 a 1515, tiempo en el que continuaría la magna obra emprendida por su padre.