Estación de Shinjuku, Sábado, 8:15 AM.
Muchedumbres. La voz del parlante anuncia que el tren partirá en pocos minutos hacia Okutama. A mi alrededor, jubiladas y jubilados con bastones de trekking visten pantalones North Face y camperas Mountain Hardwear. Su charla provoca un bullicio ensordecedor. Los vagones están repletos de abuelos en excelente estado físico que van a pasar el día en las montañas del oeste de Tokio. A sólo 65 km de la ciudad, el paisaje urbano cambia drásticamente, dejando atrás la abigarrada trama de edificios para dar lugar a un delicado ecosistema de ríos y montañas.