1. Empecé a respetar TODAS las normas de tránsito.
Antes de vivir en Estados Unidos, había pasado años conduciendo en México. Aún así, la primera vez que estuve detrás de un volante en mi nueva ciudad, me sentí muy nerviosa, no porque dudara de mi capacidad para hacer funcionar un auto, sino porque temía que afloraran mis costumbres viales no tan responsables, como ignorar una luz roja si ya me había asegurado que no iba a estrellarme con ningún otro coche, o cambiarme de carril sin encender mis direccionales…ese tipo de cosas pequeñas que en México no tienen grandes consecuencias, pero que en Estados Unidos te pueden meter en uno que otro problema. Aprendí una cultura vial donde la gente respeta los señalamientos y a los demás automovilistas, y la verdad, conducir se disfruta mucho más y causa menos estrés gracias a eso.