1. Creciste con terror a la escalera mecánica.
¿Las personas que se criaron en Buenos Aires nunca sintieron miedo de la escalera mecánica? No hay nada más desconcertante que encontrarte frente a uno de estos gigantes diabólicos, luego de toda una vida sin haberlo usado. Se te pone mente en blanco, advertís que el escalón que planeabas pisar primero se fue en un segundo y te quedás con el pie en el aire, como si lo que estuvieras por pisar fuera una especie de arena movediza. O caca. ¿Para qué complicarla si el mundo ya funcionaba sin escaleras mecánicas? Empezás a relojear dónde hay una escalera fija, una escalera de verdad.