Los argentinos tomamos mate desde que nos levantamos hasta que nos acostamos, e incluso durante la madrugada, cuando nos preparamos para un examen, trabajamos de noche o, simplemente porque estamos desvelados y necesitamos una fiel compañía durante la madrugada. El mate es tantas cosas en nuestra cultura, que no podría abordarlas a todas en esta introducción. Les recomiendo escuchar este precioso texto narrado por Lalo Mir que, ahora que estamos pasando una temporada en EE.UU., solemos escuchar por las mañanas con mis hijos nacidos en Argentina (y muy fans de su cultura). Después de que Lalo nos relata lo que significa emocionalmente el mate para los argentinos, yo les voy contando sobre el deber ser del mate. Lo primero y principal: NO se debe pelear en la ronda de mate. Hay más leyes naturales para la preparación y el consumo del mate y, quebrantarlas, es un verdadero pecado…
13 pecados contra el mate que no debés cometer jamás
Dejar hervir el agua.
No, no y no. El mate que que se cebe con un agua que supere los 73, 78 grados será como el fruto del árbol envenenado, un verdadero fiasco, algo inservible y, sobre todo, imperdonable. Una forma de lograr la temperatura exacta es prestar mucha atención y, cuando la pava empiecee a silbar, dejarla unos 10, 15 segundos más y ¡listo! Algo que me gusta del mate es que, desde que se decide tomarlo y se coloca la pava sobre la hornalla, nos obliga a volver al presente y a estar muy atentos, a la pava primero, al orden de la ronda después, a que nadie cometa ningún pecado contra el mate que con tanto amor se prepara y se ceba y, muy especialmente, a las conversaciones que se dan alrededor de la ronda.
Cebar mate con agua fría.
Somos muchos quienes hemos podido notar y hasta erradicar nuestra ansiedad crónica a través de los cariñosos y compasivos “¡Qué asco!” “¡Esto está intomable!” de nuestros sinceros amigos…
No dar y recibir el mate en la mano.
El mate no se apoya en la mesa para que el destinatario lo tome. El mate pasa de mano en mano: de las del cebador a las de sus compañero de ronda, se entrega con un roce de manos, como se entregan las flores.
Juguetear con la bombilla.
A ver: la bombilla no es el sorbete de tu mojito, ni la cucharita con la que mezclás el café haciéndole ojitos a tu novio. Por lo tanto, usarla como una palanca de cambios no está permitido. Esto no es por capricho, sino que si se mueve la bombilla al cebar o al tomar un mate, se tapa y se arruina el mate. Si el mate se tapa (puede pasar), hay que pasárselo al cebador para que resuelva el problema.
Comentar durante la ronda que el mate es antihigiénico. O limpiar la bombilla con la mano antes de llevársela a la boca.
El mate se entrega con la mano, pero viene del corazón. Es un ofrecimiento a compartir y a compartirse y, sí, involucra que todos los participantes de la ronda usemos la misma bombilla. Si no te gusta esta costumbre, no aceptes el mate y listo, nadie va a ofenderse. Pero por favor no hagas comentarios o gestos de mal gusto. Yo estoy convencida de que lo que no te mata te hace más fuerte y el compartir el mate desde la cuna casi ha fortalecido mi sistema inmunológico, no hay duda de ello.
Dejar el mate a medio tomar.
El mate debe terminarse por completo antes de volver al cebador. No tengas miedo de vergüenza de hacer ruido al final, con el último sorbo, todos lo hacemos y es más bien una señal de satisfacción.
Usar el mate de micrófono.
Si se es parte de una ronda de mate, el mate se recibe, se toma y se devuelve al cebador. Y todo en menos de un minuto. El mate no es calentador de manos, no es un whiskey que se saborea despacito ni tampoco, claro está, es un micrófono que se necesita mantener en la mano hasta que uno termine de hablar.
Enojarse con el cebador por tomar el primer mate.
El primer mate es siempre el más fuerte y el menos sabroso y reconfortante. Por lo tanto, el cebador le hace un servicio a la comunidad al tragarse ese primer mate de sabor hiper concentrado y muy, muy amargo.
Decir “gracias” cuando devolvés el mate, aunque quieras seguir tomando.
Ya sabemos que en tu casa te dijeron que había que decir “gracias” cada vez que alguien te daba algo y nos encantaría que siguieras usando esta impecable costumbre. Pero cuando se trata del mate, no se agradece sino hasta el final. Cuando decís “gracias” significa que ya no querés más mate, al menos por esa ronda.
Preparar el mate en un vaso.
Ya lo sabemos, la necesidad tiene cara de hereje y, ante la falta de un mate, hemos usado un pocillo de café, una taza de porcelana china, un vasito que sobró del cumpleaños de los nenes, o un vaso de vidrio… Los reto a que observen, sin llorar y sin que se les rompa el corazón, cuántas cosas están mal con este mate, por ejemplo…
El mate debe cebarse, idealmente, en un mate de calabaza. Aunque ahora haya muchas variedades (vidrio, silicona, plástico, madera, metal…), el mate es, para mí, el de calabaza, ese que se cura o es intomable, y que calza perfectamente entre las manos.
No respetar el orden de la ronda.
Dicen los puristas que la ronda comienza hacia la derecha. Yo esto no lo respeto tanto, ya que muchas veces la gente se levanta, se para, se va, vuelve, pero sí guardo en mi memoria el orden y siempre lo respeto.
Usar un mate de calabaza sin curar.
Sea cual sea el método que elijas, al mate de calabaza hay que curarlo siempre. “Curarlo” es remover esa membrana que la calabaza tiene naturalmente y que, al secarse, se endurece y le da un sabor muy amargo al mate. Hay muchas formas de curar un mate, ¿cuál es tu favorita?
Calentar la pava si no vas a tomar mate…
Jejeje, chiste solo para entendidos. ¡Feliz mateada!